El delantero uruguayo del Málaga C.F., Sebastián Bruno Fernández Miglierina (i), celebra el gol ante el RCD Mallorca. | Efe

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Málaga 3 - 0 Mallorca

Málaga: Caballero; Gámez, Weligton, Demichelis, Mtiliga; Fernández (Maresca, m. 76), Apoño (Juanmi, m. 85), Recio, Duda; Baptista (Camacho, m. 63) y Rondón.

Mallorca: Aouate; Cendrós (Aki, m. 46), Nunes, Ramis, Ayoze; Nsue, Joao Víctor, Martí, Castro; Tejera y Webó (Casadesús, m. 60).

Goles: 1-0, M. 26: Fernández. 2-0, M. 40: Baptista. 3-0, M. 56: Baptista.

Àrbitro: Clos Gómez (Colegio Aragonés). Mostró tarjetas amarillas a los malaguistas Baptista (m. 33) y Fernández (m. 64), y a los del Mallorca Ayoze (m. 12), Cendrós (m. 44) y Martí (m. 78).


Hace varias jornadas que el Mallorca se «olvidó» de la Liga. Afronta los partidos sin ganas ni actitud. Desprende una sensación de pasotismo preocupante y a nadie parece importarle. Si tomamos como referencia sus últimas funciones a domicilio, hará bien en cerrar lo antes posible la salvación para evitar sorpresas desagradables en las últimas curvas del campeonato. Y es que el grupo balear pisó La Rosaleda con la intención de rubricar la permanencia y se marchó con una goleada en su equipaje y desprendiendo un aroma desagradable. Apoyado en un Baptista notable, el Málaga destapó todas las carencias de un equipo sin alma que está viviendo de rentas y que deambula por la categoría. Si no fuera porque apenas quedan seis capítulos para cerrar el libro de la Liga y porque el peligro aparece lejano en el retrovisor, el equipo de Laudrup sería, hoy por hoy, uno de los firmes candidatos al descenso.(3-0).

El embrión de la tarde ya mostró que el nivel de intensidad, de ganas y de actitud de ambos equipos era diametralmente opuesto. El Málaga se fajaba con el cuchillo entre los dientes en cada acción, mientras los isleños disfrutaban del sol andaluz tendidos a la bartola. Cuando el Mallorca se dio cuenta de que ya había empezado el partido, en el descanso, la herida ya era mortal.

Después de unos primeros minutos de tanteo, de estirar las piernas, el grupo de Pellegrini envió su primer torpedo a la línea de flotación. La seda de Duda fabricó un córner, Aouate se 'tragó' el balón y Demichelis, solo, envió el cabezazo por encima del larguero. Los de Laudrup respondieron de inmediato, con una rosca de Nsue desde la derecha y un inocente testarazo de Tejera en el segundo palo que murió en la publicidad estática. Fue un espejismo.

Había ganas de fútbol en el campo y en el cemento, y el Málaga demostró que el estado de ánimo también juega. Y mucho. Apoño bajaba para repartir las cartas. Jesús Gámez había encontrado una autopista por su carril, Baptista fijaba a los pivotes y la dúpla Rondón-Seba, a los centrales. El Mallorca apenas generó noticias en un duelo de dirección única. Castro deambulaba, Tejera lo intentaba pero sin acompañamiento y arriba Webó se peleaba con Demichelis. Martí y Joao Victor eran incapaces de taponar todas las vías de agua abiertas en la sala de máquinas. Tampoco Aouate, que parece haberse contagiado de la inseguridad defensiva en las últimas jornadas, colaboraba con la causa. El desbarajuste no tardó en cobrar reflejo en el electrónico.

Al cuarto de hora, el Mallorca se marchó del encuentro para no volver. Le entró esa 'pájara' habitual en los encuentros de esta segunda vuelta y le entregó el duelo a su rival, que agradeció el detalle con una exhibición. .

Los malagueños se tiraron a la yugular de un enemigo que había entregado los trastos al primer empujón y que se deshizo por todas partes. De arriba a abajo. La defensa isleña tititaba de miedo en cada balón colgado, en cada pared al borde del área, en cada internada... En medio de la tormenta, de un mano a mano desperdiciado por Duda y de un casi gol salvado por Ayoze; llegó el primer bofetón que tumbó al Mallorca. Rondón tomó el balón en el balcón del área, retrató a Ramis con un par de bicicletas, que le permitieron internarse en la cocina de su enemigo, y soltar a paseo su diestra. Su mal disparo acabó siendo un pase preciso para Seba, que sin ninguna camiseta roja que le estorbara, empujó el esférico a la red. El grupo balear respondió con una timidez infantil. Una combinación entre Tejera y Nsue, que Emilio no remató, y dos disparos con balas de fogueo de Tejera y Webó. Antes del tanto local, Nunes había probado los reflejos de Caballero con un cabezazo a media altura. Fue la mejor ocasión balear de toda la entrega. Lamentable..

Con La Rosaleda de fiesta y el Mallorca noqueado, el Málaga volvió a la carga. Con una mezcla de ganas, fuerza y talento, arrinconó a un rival famélico, desaparecido en combate y con el depósito anímico en reserva. Seba cocinó el aperitivo y Julio Baptista aportó el banquete. 'La Bestia' celebró su reaparición con un gol de su firma. Encaró con su potencia, miró y se sacó de la chistera un chut ajustado que murió a la izquierda de un impotente Dudú. Duda, el propio Baptista y Apoño dejaron que su enemigo se marchara a los vestuarios con pulsaciones, aunque prácticamente muerto.

El Mallorca abrió el candado de la segunda parte con un experimento. Laudrup retiró a Pau Cendrós para dar entrada a Aki, un reajuste que situó a ¡Joao Victor! en la derecha. El brasileño cometió cuatro faltas a Duda en los primeros minutos y en una de estas nació la puntilla. El portugués puso su zurda a disposición de Baptista, que remató con la cabeza en carrera ante la mirada de toda la defensa. Quedaba mucha tarde por delante, aunque para el Mallorca sólo cabía la opción de empeorar. Laudrup metió a Víctor por Webó, pero no alteró nada. El duelo ya había terminado y con el, una nueva oportunidad para atar la permanencia. Una más. Cuidado porque quien juega con fuego...