El delantero argentino del FC Barcelona, Lionel Messi, celebra su primer gol. | Efe

TW
35

F.C. Barcelona 5 - 0 Mallorca

F.C. Barcelona: Valdés; Dani Alves, Macherano, Abidal (Piqué, min.46); Thiago, Busquets (Puyol, min.59), Keita; Messi; Cuenca, Villa (Gerard Deulofeu, min.63) y Adriano.

Real Mallorca: Aouate; Joao, Chico, Ramis (Crespi, min.46), Bigas; Cendrós, Martí, Tissone (Zuiverloon, min.46), Nsue, Castro; y Alvaro.

Goles: 1-0, min.13: Messi (p). 2-0, min.21: Messi. 3-0, min.30: Messi. 4-0, min.50: Isaac Cuenca. 5-0, min.90+: Dani Alves.

Árbitro: Pérez Montero, del comité andaluz. Mostró cartulina amarilla a Nsue (min.13), Alves (min.73) y Bigas (min.90).

Aunque nadie quería reconocerlo, soñaba el Mallorca con reeditar gestas pretéritas en uno de los templos del fútbol mundial. Su reconstruida moral y las dudas que azotaban al Barcelona hacían albergar cierta esperanza por facturar algún punto en el equipaje de vuelta siguiendo el rasto de la temporada anterior. Sin embargo, sólo se trataba de un sueño. Más que nada, porque Messi no estaba dispuesto a permitirlo. El crack «culé», señalado por una insignificante sequía, volcó toda su rabia ante la escuadra isleña y vació el cargador sobre Aouate para limitar el trayecto rojillo a media hora. Todo lo demás sólo sirvió para ilustrar la fiesta azulgrana, evitar un marcador mucho más doloroso y dirigir la mirada hacia la próxima jornada (5-0).

El partido había amanecido agitado por los técnicos y sus propuestas.

Y mientras Guardiola reservaba a casi toda su artillería (dejaba a Piqué, Puyol, Cesc e Iniesta en el banco y a Xavi en la grada), Caparrós sentaba a tipos como Zuiverloon o Hemed para apoyarse en un novedoso modelo. Instalaba el utrerano a Martí y Joao Victor en la sala de máquinas, con Castro y Nsue en las orillas, Tissone en la mediapunta y el canterano Álvaro Giménez al final de la pizarra. Una sorprendente alternativa que, en cualquier caso, nunca amortiguó el atropello azulgrana.

Aún así, el Mallorca se asomó con descaro al partido y su valentía le concedió un premio que luego no supo canjear. Se habían consumido poco más de cinco minutos y al tiempo que el Barça estiraba los músculos y ponía su maquinaria en marcha, Bigas encontró un agujero para incendiar su banda. Su centro alcanzó el área pequeña, donde emergía Joao Victor como un proyectil. No obstante, el brasileño medía fatal su remate al encontrarse con Valdés y el balón acabaría diluyéndose a la derecha del portero. El conjunto balear no sólo había desperdiciado su única bala. Había despertado a la bestia.

El silencio que provocó esa ocasión en el Camp Nou activó definitivamente al Barcelona, que no estaba dispuesto a seguir recibiendo sorpresas. Se puso de pie, empujó con violencia al Mallorca hacia su área y empezó a coser su fútbol más distinguido cada vez a menos metros de Aouate. Los rojillos (ayer de blanco) achicaban agua como podían esperando que su anfitrión se desesperara, hasta que una desafortunada acción le mandó a galeras mucho antes de lo esperado.

Nsue, retrasado al área isleña en tareas defensivas, desvió con la mano un pase de Adriano y Pérez Montero, que seguía de cerca la jugada, señaló con el índice el punto de penalti. Era el momento de Messi, que llevaba toda la semana en el punto de mira por un supuesto bache en su juego. Arropado por la grada desde que acomodaba el balón sobre la cal (venía de errar una pena máxima en casa ante el Sevilla), el argentino no falló. Mandó el cuero alto y a la izquierda de Aouate para recuperar la sonrisa y trazar el principio del fin del encuentro.

No asimiló bien el golpe el Mallorca, que se sintió inseguro y desprotegido. Villa perdonó el segundo, pero no lo hizo Messi, que aprovechó otro servicio de Adriano para agrandar la cuenta. Luego, Álvaro casi forzó el gol visitante, pero se atascó ante Valdés en otros de los pocos acercamientos claro que tendría su equipo y obligó a que descendiera el telón. Sobre todo después de que ?La Pulga'

sellara el ?hat-trick' en menos de media. Sólo quedaba la opción de aguantar el chaparrón, hacer más digna la derrota.

La segunda parte sobró. Caparrós buscó una reacción con los cambios, pero no consiguió nada y Cuenca y Alves ampliaron merecidamente el botín azulgrana.