Rubén Miño, que hoy será titular por la ausencia de Aouate, se ejercita en la ciudad deportiva. | Jaume Morey

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Abandonado al fondo de la clasificación, con el rostro desfigurado y la autoestima por los suelos, al Mallorca le ha llegado la hora de levantarse. Suena el despertador para el conjunto isleño, obligado a formatear tres jornadas de mal sueño y a modificar con urgencia su dinámica. Agotada una porción alarmante de su crédito inicial, la escuadra de Oltra regresa esta tarde a su morada, aún en llamas, para recibir a un Alcorcón situado en las antípodas que puede seguir comprometiendo su futuro (Son Moix, 18.00 horas).

Por extraño que pudiera sonar hace un mes, los extremos de la clasificación se tocarán esta tarde en un encuentro agónico para el Mallorca. Con las brasas de la última derrota en casa todavía encendidas, el cuadro isleño agrandó en Gijón el agujero en el que se aloja y solo la inmensidad del paisaje que tiene ante sus ojos ayuda a suavizar un entorno muy contaminado por los resultados y el caos del palco.

Por primera vez desde que comenzó el curso, Oltra afronta el compromiso con un grupo amplio y cerrado. Al menos por el momento. El técnico valenciano, que entre derrota y derrota ha ido recibiendo a nuevos futbolistas y despidiéndose de otros, quiere dar con la tecla que le permita redactar, de una vez por todas, una serie de medidas muy concretas contra esa crisis global que sacude a la plantilla. Empezando por la defensa, la más pobre de todo el campeonato (y casi con toda seguridad la más sonrojante en la vida del club), y continuando por un centro del campo encharcado y una delantera armada con balas de fogueo.