El mallorquinista Thomas Teye Partey intenta frenar el avance de Dani García durante el partido de la primera vuelta, disputado en Ipurua. | Javi Colmenero

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En plena batalla contra sí mismo, el Mallorca va a coincidir este fin de semana con uno de los fantasmas de la categoría. Arrinconado en la bodega de la clasificación y consumido por un manojo de derrotas que le han ido destrozando la moral, el conjunto de Carreras se adentra en las arenas movedizas del calendario con el casco agrietado y sin apenas dispositivos para protegerse frente a un nuevo hundimiento. Ahora, tras más de un mes de depresión y con las compuertas del vestuario aparentemente selladas —los capitanes salieron a escena para lanzarle un SOS a la grada— toca volver a ganar, aunque los rasgos del adversario y la propia temperatura del entorno anuncian otra batalla en lo más profundo del barro.

Caminos opuestos

Mallorca y Eibar, que llevan todo el año circulando por carriles opuestos, se encontrarán de frente en uno de los puertos de montaña de la competición. Y con los papeles cambiados, sobre todo teniendo en cuenta la procedencia y recursos que gestionan uno y otro. Los vascos, sentados tras el Deportivo y con espacio de sobra a su espalda, llegan a Son Moix con la misión de afianzar los cimientos de una candidatura al ascenso que ha superado todas las pruebas que le ha planteado la liga. Amarrada hace tiempo la permanencia, el cuadro armero trata de moldear ahora un sueño imposible hasta hace un año, cuando competía en las catacumbas de Segunda B.

Casi un ejercicio después de poner fin a una travesía de cuatro años por las carreteras de bronce, el Eibar es uno de los conjuntos más solventes y efectivos de Segunda. Especialmente lejos de Ipurua, que al fin y al cabo es donde le toca examinarse el domingo. Los vascos, que nunca han actuado sobre el escenario de Son Moix, apenas han mostrado grietas como forasteros y han construido sobre esa base una formación rocosa y consistente. Incómoda y competitiva.

La firmeza del Eibar en su versión foránea se ha desatado durante los últimos cuatro meses de competición. Desde que abrió las ventanas de 2014, solo ha cedido tres derrotas y solo el Zaragoza le ha superado a domicilio. En los siete desplazamientos restantes (Lugo, Girona, Córdoba, Murcia, Alcorcón, Mirandés y Castilla) ha recogido algo y ha prolongado su crecimiento hasta situarse a las puertas del cielo. Al igual que en la clasificación general, también como visitante es la segunda mejor plantilla (27 puntos), superada únicamente por el Deportivo.

Al margen de sus retos más inmediatos, el Eibar también aspira a sacudirse en Palma otros complejos históricos. Como su falta de triunfos en Palma, una ciudad que ha visitado seis veces sin éxito para jugar contra el Mallorca. Empató las tres últimas, pero se doblegó en las tres primeras y solo ha marcado dos tantos. Otro dato para alimentar el optimismo bermellón se encuentra a mucha menos distancia. A cinco meses, exactamente. Los baleares, todavía con Oltra y recostados sobre la puntería de Alfaro, sumaron una de las victorias más agradecidas del curso en terreno eibarrés. El problema es que su efecto se diluyó poco después y que ahora mismo esa referencia resulta poco fiable. El equipo actual está quebrado en mil pedazos y si no se rearma de inmediato quedará atrapado en una trampa casi definitiva.

Depresión

Los de Carreras, por su parte, no necesitan mirar al campo contrario para comprender la magnitud del partido. Se enfrentan a la peor serie de resultados de la campaña, a una falta de moral casi absoluta y a una afición al borde del colapso por todos los problemas que sacuden a club. Y tendrá solo noventa minutos para darle la vuelta al calcetín.
«Son momentos complicados y a nadie le gusta estar en esta situación, pero la gente apoya y sabe que lo podemos sacar», explicaba ayer Antonio López, uno de los veteranos de la plantilla a los que Carreras pretende recuperar para la causa antes de que sea demasiado tarde. «Tenemos que evadirnos de todo lo que nos rodea y centramos en el campo, haciendo lo que el míster nos pide. Los que llevamos más tiempo en esto tenemos que apretar un poco más. Cada uno tiene que dar más de sí, y juntos seguro que lo vamos a sacar. Soy partidario de pensar solo en este partido, y que nos equivocamos si hacemos cuentas», profundizaba el lateral izquierdo alicantino.

«Todos conocemos al Eibar. Es muy complicado, y tenemos que ser fuertes y ser conscientes que nos jugamos mucho», prevenía Antonio López. «Estamos aquí por méritos propios y hay que sacar los tres puntos como sea. Es una liga muy complicada». La teoría está clara y memorizada. Ahora solo falta llevarla al tapete.