Valeri Karpin, entrenador del Mallorca, durante la disputa del Trofeu Ciutat del Palma que los bermellones conquistaron ante el Getafe. | JOAN TORRES / M.A. CA

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Zorrilla marca el inicio esta tarde de una nueva travesía del Real Mallorca por el infierno futbolístico. Porque la Segunda División A es un verdadero calvario, una tortura continua que se prolonga durante 42 semanas. Solo la permanencia en los puestos de ascenso permiten dar una dosis de especial atractivo en una categoría de la que todos quieren huir. Solo hay algo peor, la Segunda Divión B, un pozo sin fondo donde estuvo muy cerca de caer el conjunto balear a finales de la pasada temporada.

Ahora, tras un verano convulso, como todos, y metidos de lleno en una situación institucional que se sitúa entre la transición y la improvisación, como siempre, el Mallorca vuelve a enfundarse el traje rojo para batallar en campos minados. Hoy es un oasis en el desierto porque un Valladolid-Mallorca tiene más pinta de un partido de Primera que no de uno de Segunda, pero tanto un club como otro están pagando los excesos del pasado...y qué excesos.

Escenario

El Nuevo Zorrilla es el escenario donde los baleares van a mostrar parte de su potencial. Solo parte porque hasta seis jugadores están fuera de la lista de convocados. Dos de ellos por no tener el tránsfer, casos de Markovic y Steponic y otros tantos por lesión. Saborit, Coeff, Miño y Arana. Cinco de ellos están llamados a ser titulares en el campeonato regular, de ahí que casi pueda tratarse de un estreno virtual.

Sin embargo, primero Miquel Àngel Nadal y ahora Dudú Aouate han tratado de dar a este equipo consistencia en todas sus líneas y Karpin, en el poco tiempo que lleva, intenta dotarlo de carácter y fuerza. Si la temporada pasada la endeblez, la tibieza, la falta de mordiente y el no acoplarse a la categoría fueron errores que casi costaron la permanencia, este año el libro de ruta es diferente. Con un Marco Asensio estelar y convertido en la piedra angular de la creación mallorquinista, el equipo se ha montado en base tener una mayor contundencia defensiva y un centro del campo más robusto. Cuando todas las piezas estén a disposición del entrenador el equilibrio marcará la fisonomía del equipo. Hoy en Zorrilla tal vez flojee el esquema, posiblemene se vea alguna vía de agua por aquí y por allí, pero las bajas son muchas y el entrenador hace apenas ocho días que ha empezado a trabajar con el equipo. Más difícil, imposible. Frente a los baleares estará un Valladolid que trata de superar el trauma de no verse en la parte alta de la quiniela. Está en Segunda, asimilando la nueva realidad, un paso que ya ha dado el Mallorca. «Sé por lo que estáis pasando» dirán los baleares a los pucelanos y como lo saben será bueno empezar a dar un golpe de efecto en un campo de Primera. Al infierno se le vence con las mismas armas. Esa es la lección que aprendió el Mallorca de su anterior viaje.