Imagen del partido entre el Girona FC y el RCD Mallorca el pasado sábado. | Miguel Garcia de la Arada

TW
18

Al filo del abismo y sujeto por un par de alfileres llenos de óxidos. Así anda el Mallorca a 270 minutos de que se apaguen los focos del campeonato y a tres asaltos para que concluya uno de los combates más desagradables de su historia moderna. La antepenúltima jornada del torneo se ha llevado por delante todas las ganancias del fin de semana anterior y ha dejado a los de Vazquez tiritando justo a las puertas de otro partido sin salidas. A los pies de una inmensa montaña en la que este martes disputará la enésima final del ejercicio.

El Mallorca salió de Montilivi con los bolsillos vacíos y su imagen abrasada. Eso le obligaba a seguir la jornada tapándose el rostro con una mano y portando las banderas de Alavés u Oviedo en la otra. Y aunque una parte de sus deseos se cumplió, en Almería, por ejemplo, se le cayó el cielo encima. El triunfo de los andaluces ha puesto a hervir los bajos de la clasificación. Sobre todo para el Mallorca, probablemente el más débil desde el punto de vista mental de todos los que habitan junto a la zona de conflicto.

En estos momentos el Mallorca sigue teniendo los pies más allá de la línea de puntos. Sin embargo, se trata de un dato sin demasiado valor porque un simple soplido podría trasladarle al interior de la mina precisamente cuando ya no haya espacio para darse la vuelta.

GOLAVERAGE

La única razón por la que el Mallorca no ha cruzado la franja roja es su balance en los duelos directos. Los de Son Moix, empatados a puntos con Almería y Ponferradina, tienen dominado el golaverage directo con ambos y en esa clasificación parcial que sirve para determinar la posición que ocuparían uno y otro en el caso de que al final de la última jornada se produjera un triple empate, serían primeros.

Eso sí, cualquier pequeño desliz podría precipitarlo todo. Y empujarlo a un habitáculo de la clasificación en el que no cae desde la última jornada de la primera vuelta, antes de que Vázquez se hiciera con el mando de las operaciones. Es decir, con el entrenador gallego el Mallorca todavía no ha pisado las arenas movedizas.