El Mallorca ha cosechado un empate en su partido contra el Numancia. | Miquel Àngel Borràs

TW
69

RCD Mallorca 0 – 0 CD Numancia
RCD Mallorca
: Santamaría; Campabadal, Yuste, Pleguezuelo, Saúl García; Lago Júnior, Sasa Zdjelar, Álex Vallejo, Angeliño (Lekic, min. 74); Moutinho (Pol Roigé, min. 46), Brandon (Dalmau, min. 64).
CD Numancia: Fernández; Orfila, Dani Calvo, Escassi, Ripa; Marc Pedraza (Eneko Capilla, min. 64), Íñigo Pérez; Dani Nieto (Unai Medina, min. 68), Ruiz de Galarreta (Valcarce, min. 83), Marc Mateu; Assier Villalibre.
Árbitro: Sagués Ozcos (comité vasco). Expulsó con tarjeta roja directa a Marc Mateu, del Numancia. Amonestó a Angeliño, Pleguezuelo y Santamaría, del Mallorca; y a Nieto, Escassi y Calvo, del equipo soriano.

Cerca de 15.000 personas han visto este domingo cómo el Mallorca desperdiciaba la penúltima de las 'balas' para seguir en Segunda División. El equipo de Sergi Barjuan no está matemáticamente descendido, pero las opciones de mantener la categoría son complicadas. El conjunto ha empatado (0-0) ante el Numancia en un partido en el que la falta de gol dificulta las opciones de permanencia. La salvación queda a tres punto, pero sólo faltan dos jornadas para finalizar la temporada.

Sergi Barjuan apostaba por repetir el once titular de la semana anterior. Santamaría bajo palo; Campabadal, Yuste, Pleguezuelo y Saúl en línea defensiva; Álex Vallejo y Sasa en el centro del campo y Lago Junior, Moutinho, Angeliño y Brandon en la línea ofensiva.

Sin embargo, en esta ocasión el ímpetu al que se había acostumbrado el Mallorca en los inicios de los partidos no estaba presente en Son Moix. Primero minutos de tanteo para ambos equipos, con mucho juego en el centro del campo.

Poco a poco, el equipo balear se hacía con el control del partido. Casi consigue marcar en el minuto 11 Lago Junior, cuando el jugador bermellón conseguía rematar de cabeza un rechace que despejaba el portero rival. Un aviso que dejaba patentes las intenciones del Mallorca, que jugaba adelantado en busca del tanto.

La presencia de los locales en campo contrario era cada vez más patente, aunque las ocasiones claras no llegaban. Pasaba el tiempo y apremiaba la necesidad de marcar, pero los de Sergi Barjuan no conseguían hacerse un hueco entre la defensa rival. El empate y la falta de peligro marcaban los instantes finales de la primera parte.

Segundo tiempo

El descanso dejaba un cambio en las filas del Mallorca. Sergi Barjaun sentaba a un inoperante Moutinho y daba entrada a Pol Roigé. El inicio de la segunda parte daba paso a un equipo balear más activo, que se volcaba en la búsqueda del gol de la victoria. Pero el juego se equilibraba a medida que corría el crono. El Numancia se sentía cómodo ante un equipo que no creaba peligro, y estiraba líneas para arriesgar un poco más.

Las aproximaciones locales terminaban en gran parte como saques de esquina, infructuosos a la hora de crear peligro, o en manos de Aitor Fernández. La entrada de Dalmau por Brandon en el minuto 63 buscaba darle aire fresco a la delantera bermellona, pero las ocasiones seguían sin llegar.

Pol Roigé lo intentaba con un disparo cruzado que se marchaba rozando el palo instantes antes de que Lekic entrara por Angeliño.

Pero la falta de pegada dejaba patente por qué el Mallorca se encuentra en la posición en la que está. Sin ideas en ataque se entraba en la recta final del partido, en la que el empate se postulaba con el único resultado posible.

Sin embargo, las buenas ocasiones de los instantes finales del partido eran para el Mallorca. La mejor, la de Lekic, quien conseguía rematar un saque de esquina de Pol Roigé que Aitor Fernández despejaba bajo palos. Los nervios por el resultado quedaban patentes con la dura entrada de Mateu, quien veía la roja directa para abandonar el campo en el descuento.

Pese a los intentos, el gol no llegaba, y el colegiado marcaba el final de un partido en el que el Mallorca no podía convertir sus opciones. El equipo balear se queda a tres puntos de los puestos de permanencia, a falta de dos jornadas, con seis puntos en juego. Se pone más cuesta arriba la salvación.