El ATB cuenta con uno de los mejores porteros del grupo. Une experiencia, serenidad y capacidad de liderazgo. A sus 37 años mantiene la ilusión del primer día y con su filosofía de vida le queda mucho por dar a este deporte. | Miguel Ángel Borrás

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La dinámica favorable en la que vive inmerso el Atlético Baleares en esta fase de la temporada le permite pensar que la salvación es posible. El hecho de situarse a un punto del playout y a tres de la permanencia, invita a soñar en un objetivo que hace varias semanas era una quimera o casi un milagro. Sin embargo, nada es por casualidad y el trabajo del equipo este último mes y medio ha dado sus frutos y como mínimo ha igualado hasta tal punto las cosas que si el equipo es capaz de prolongar esta dinámica, posiblemente la próxima temporada el ATB seguirá en Segunda División B.

A la labor colectiva hay que añadir el buen estado de forma por el que están atravesando varios jugadores, entre ellos, Oinatz Aulestia, todo un seguro de vida bajo los palos y un hombre clave para trasladar serenidad y templanza a la defensa. Carl Klaus tiene un gran futuro por delante y tuvo la desgracia de entrar en una fase terrible de la temporada. La llegada de Manix Mandiola consolidó definitivamente a Oinatz bajo los palos y el equipo empezó a crecer de atrás hacia adelante. A su presencia y carácter en el área hay que unir el trabajo colectivo en defensa del que forman parte hombres como Biel Guasp, Migue Marín, Vallori, Sergio Sánchez, Manu y José Ruiz. Villapalos se ha confirmado como pivote y su buen hacer ha motivado que haya consolidado su posición en esta zona.

Todo junto hace que Aulestia encadene cinco partidos sin encajar y en total son 10 los encuentros que el vasco ha cerrado a cero su portería. Si a eso añadimos que Carl también consiguió estar imbatido un encuentro, son en total 11 los choques en los que el ATB no ha encajado ningún gol. La pasada temporada Oinatz consiguió estar 14 partidos sin encajar, un aspecto clave en el impulso que tomó el equipo en la recta final.

Presión
Ahora, con mucho en juego y con una presión descomunal por no bajar, el equipo se apoya en la firmeza de su portero, en la presencia enorme de Vallori, que se ha convertido en el jefe de la zaga y en la llegada de nuevo de Xisco al equipo. A partir de ahí se construye un nuevo ATB que tiene muy bien definido lo que Luis Aragonés calificaba como los «pasillos de seguridad» y que tan importantes son para dotar de firmeza al juego colectivo del equipo.

Este domingo ante el Ontinyent vuelve a encontrarse el ATB con un partido a cara o cruz donde se hace imprescindible sacarlo adelante para alimentar todavía más el sueño de la salvación. Un triunfo en Son Malferit supondría un paso de gigante para asistir a cuatro jornadas para seguir soñando.