El Mallorca se ganó la plata en Anduva con la suficiencia inherente a un equipo que ha gobernado de principio a fin. | Jaume Morey

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El Mallorca salió del infierno utilizando la misma vía de entrada hace justo un año. En Miranda se puso fin a 37 años consecutivos en el fútbol profesional y ha sido en Miranda donde ha cerrado el círculo y este domingo certificó el ascenso tras una temporada en la tétrica Segunda B. El ascenso era la consigna, la condición innegociable desde que se puso un pie en la categoría de bronce y el reto se ha cumplido con creces. De la mano de Vicente Moreno el conjunto balear ha vuelto a encontrar su sitio entre los 42 mejores equipos de España entre Primera y Segunda.

Ante casi medio millar de mallorquinistas y con la esperanza de hacer valer el resultado de la ida de tres goles a uno, el Mallorca tenía la oportunidad de finiquitar la temporada en un campo maldito en el historial rojillo, un campo que desde ayer tiene dos caras: la cruz del descenso y la cara del ascenso. El fútbol ha sido así de caprichoso para un equipo que hace justo diez meses empezaba su vía crucis particular en una categoría que le viene perfecta al filial, pero que se convierte en una humillación absoluta para el primer equipo si tiene que militar en ella. Pero desde el inicio de temporada el club se dio cuenta de que podía contar con un valor siempre seguro: su afición.

La hinchada ha respondido como si la categoría no se hubiera perdido y ha pintado de color rojo cada partido que el equipo balear ha jugado en Son Moix.

Colectivo

La fe, la voluntad y el esfuerzo común de todos los futbolistas envalentonados por una afición que siempre ha creído en ellos ha sido la clave de un curso que ha servido de castigo para un administración que pensaba que el fútbol era cosa de niños y se encontró que este deporte es mucho más complicado, sobre todo cuando no se reúnen los conocimientos y no se tiene la experiencia necesaria. El plan de Sarver era subir nada más tomar el control del equipo en enero de 2016, pero al final de esa temporada casi se baja y a la siguiente se perdió la categoría. Ahora, con un presupuesto millonario se ha podido rectificar al menos en parte y el primer equipo se reencuentra con la Segunda A.

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La categoría tiene todavía numerosas incógnitas porque resta conocer aún cómo quedará confeccionado el grupo de la categoría de plata, pero así de entrada hay tres equipos de campanillas que han bajado de primera como son Las Palmas, Málaga y Granada. A ellos se une el Mallorca para reencontrarse con clásicos del fútbol español que han ido descabalgándose de la máxima categoría y que como el equipo balear también han mordido el polvo de la Segunda B.

Si la afición ha jugado un papel clave en el ascenso del Mallorca por su compromiso, el equipo ha dado la cara en casi todo el curso aguantando la presión de conjuntos como el Villarreal o el Elche. Es cierto que en la segunda vuelta hubo un momento de dudas donde las distancias se recortaron considerablemente, pero siempre el equipo balear supo dar un nuevo volantazo a la situación y mantenerse firme en lo más alto de la clasificación.

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Dominio

Desde que en la sexta jornada el equipo tomó el liderato en solitario en su grupo hasta hoy, el Mallorca ha sido mayoritariamente un grupo fiable y esa fiabilidad la ha trasladado al playoff donde en términos generales ha sido mejor que el Mirandés consiguiendo el ascenso de categoría.

Vicente Moreno ha jugado un papel fundamental en esta historia. Si nada más aterrizar Sarver en el club los errores en fichajes tanto de jugadores como de entrenadores fueron constantes debido al a inexperiencia y falta de conocimientos de sus dirigentes en Palma, al menos a principio de temporada se acertó con la elección del técnico valenciano.

Ha sido él quien ha comandado el grupo, ha sido el vértice de la pirámide y el hombre que sabía transmitir calma, serenidad en los momentos de cierta tensión y mesuraba a su vez la euforia cuando había que frenarla. Técnicamente ha vuelto a demostrar que es uno de los entrenadores con más proyección de España y en este, su cuarto playoff de ascenso, ha dado un paso adelante más en su carrera deportiva. Tiene un año más de contrato y sin duda su continuidad en el banquillo de Son Moix es garantía de que el próximo curso en Segunda A no se cometerán los mismos errores que la última vez que se militó en la categoría de plata. También los actuales dirigentes deben haber aprendido de sus propios fallos.

Margen

El límite salarial y la salida de ciertos jugadores será uno de los principales problemas que deberá afrontar el club en sus primeros días de pretemporada. Se confeccionó un plantilla cara para ascender rápido de Segunda B a Segunda A, pero ahora llega el ingrato momento de separar la paja del grano y de decir quién sirve y quién no para el próximo curso y sobre todo de mirar con lupa los números. Debe ajustarse el club a un presupuesto y a unos márgenes que no son negociables para la LFP y eso requiere de una gran capacidad de negociación.

Futuro

¿Y ahora qué? Una buena pregunta. ¿Se apuesta por la permanencia o por ascender? El Mallorca tiene que ir dando pasos en firme a medio y corto plazo su objetivo debe ser reingresar en Primera. Eso sí, se ha demostrado durante estos últimos cinco años desde que en 2013 se bajó a Segunda que las prisas son malas consejeras. Las promesas deben ir acompañadas de un buen presupuesto y sobre todo de acierto, el que ha faltado a todos los propietarios y directores deportivos de un tiempo a esta parte. Hoy toca festejar el reingreso en Segunda A, pero desde mañana hay que mirar al futuro, poner en orden las prioridades y no olvidar que el himno del Mallorca dice «cap amunt, sempre amunt».