Los jugadores del Mallorca celebrando el gol ante el Osasuna. | Redacción Deportes

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Desde la seriedad y el entusiasmo, el Mallorca edificó su primer triunfo del curso y confirmó de paso —con un gesto de cierta autoridad— que ha vuelto. Con una receta prácticamente idéntica a la que cocinó durante su regreso a Segunda, la escuadra balear tumbó a Osasuna tras una función que gestionó con solvencia de principio a fin.

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El nuevo Mallorca es una continuación del anterior, un detalle que refuerza la posición de Vicente Moreno en un proyecto que parece haber conjurado a partes iguales a futbolistas y aficionados. Es probable que con cualquier otro entrenador el conjunto bermellón asumiría un mayor compromiso con aspectos del juego vinculados a la estética, pero también es probable que su producción sería inferior.

Fiel a sus principios, Moreno optimiza recursos como nadie. A falta de argumentos individuales, el preparador valenciano ha pulido una idea global y solidaria, aunque también parece haber convencido a su tropa de que no hay mañana. El Mallorca ganó a Osasuna, entre otras cosas, porque se aplicó al límite. Con más intensidad que su adversario, no tardó demasiado en ganar terreno y generar cosas en el área navarra. De su empuje nació el gol y cuando decidió plegar velas lo hizo con una hermética organización.