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El Mallorca salió de la mini crisis con una exhibición de esas que se recuerdan y en un escenario de órdago para el mallorquinismo. Con otro golpe maestro que sirvió para devolverle al Rayo el KO de la primera jornada, para arrebatarle la ventaja del golaverage y para demostrarle al resto de rivales que lo del ascenso directo no es ninguna milonga. Porque este equipo sigue conquistando cimas en los escenarios con más postín de la categoría.

El grupo de Luis García Plaza se mueve lejos de Son Moix como un bloque con jerarquía y contundencia. Liquidó el encuntro con tres zarpazos (y pudieron ser más) en los mejores primeros veinte minutos de la temporada y después convirtió al Rayo en un enemigo famélico y dubitativo. Apenas generaron peligro las huestes de Iraola, que se enrededaron en la incompresión y observaron la supremacía de un bloque que semueve a ritmo de récord.

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