Luis García Plaza mira su reloj durante una sesión de entrenamiento.

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Cada 14 de febrero se recuerda a San Valentín, patrono de los enamorados. Según la tradición, durante la persecución a los cristianos en los primeros siglos el santo ponía en riesgo su vida para unir a las parejas en matrimonio. Es por esta razón que a San Valentín se le suele relacionar con el amor de pareja. Durante casi tres años, el Real Mallorca y Vicente Moreno Peris mantuvieron una idílica relación... que acabó en un divorcio sonado y seguido en directo por la afición mallorquinista.

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Varios meses después de su marcha, VMP regresa a la Isla a los mandos del Espanyol para añadir el ingrediente del morbo al encuentro más esperado de la temporada. Primero y segundo se citan este mediodía en un duelo que ha generado una expectación máxima y que, sin las restricciones por la pandemia, provocaría casi un lleno asegurado en Son Moix. Una facción notable de la hinchada bermellona no perdona que Moreno se marchara sin despedirse -apenas un comunicado marcado por su frialdad- y por la puerta de atrás. Quizás en las formas, al técnico masanasero le faltó más sensibilidad. Pero en el fondo, su legado está escrito en letras de oro en la historia de la entidad. Un salto de Segunda B a Primera y su ADN inyectado en vena en el vestuario. Ese trabajo anterior y su buena mano lo está aprovechando Luis García Plaza a la perfección. A las 14.00, en el Día de San Valentín, vuelve Moreno. Esta vez sin ramos de flores ni paseando de la mano...