El presidente del Mallorca, Andy Kohlberg, levanta el pulgar a los aficionados que esperaban ayer en el estadio de Son Moix a la expedición del conjunto balear a su regreso de Tenerife para celebrar el ascenso. La propiedad ya trabaja en el nuevo proyecto de la entidad. | Jaume Morey

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Ahora que ha terminado la faena a pie de campo, al Mallorca se le amontona el trabajo en los despachos. La entidad balear ha ampliado su margen de maniobra ascendiendo con varias jornadas de adelanto sobre los plazos previstos y tiene casi tres meses por delante para esculpir un bloque que volverá a competir en Primera División a mediados de agosto. Tras Luis García Plaza y los jugadores, le toca hablar al director de Fútbol, Pablo Ortells, que tiene la misión de dotar al grupo actual de los argumentos necesarios para sostenerse en la elite.

Ortells tiene el camino más o menos despejado hasta el 30 de junio, la fecha que marca el cambio de temporada. En ese sentido, solo le queda por confirmar la renovación de Antonio Sánchez y tomar una decisión sobre un caso tan particular y complejo como el de Álex López, ya que Miquel Parera, el otro jugador que termina contrato, dejará la entidad en busca de minutos y protagonismo.

En ese tiempo, el Mallorca se desprenderá también de los futbolistas que tiene a préstamo. A excepción de Víctor Mollejo (Atlético de Madrid), que tenía garantizada su continuidad en el caso de ascenso, Koke Vegas (Levante), Murilo de Souza (Sporting Braga), Amath Ndiaye (Getafe), Marc Cardona (Osasuna) y Álvaro Giménez (Cádiz) tienen que regresar a sus clubes de origen. A su vez, por el carril opuesto volverán a Palma Josep Señé e Igor Zlatanovic (Castellón), Juan Diego Molina Stoichkov (Sabadell), Álex alegría (Zaragoza) y Pablo Valcarce (Ponferradina).

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Caso Budimir

Un caso aparte es el de Ante Budimir, que el pasado verano tensó demasiado la cuerda para conseguir su salida y por el que Osasuna mantiene una opción de compra de ocho millones de euros que debería ejecutar antes de que acabe el mes que viene. En ese caso, el Mallorca aún conservaría el 25% de la plusvalía de una hipotética venta, aunque si el club navarro no da un paso al frente habrá que ver en qué situación queda el delantero croata a su regreso de la Eurocopa.

A simple vista, el Mallorca necesita un puñado de refuerzos de primer nivel para adaptar el grupo a las exigencias de una de las mejores ligas del mundo y evitar los errores de la temporada 2019-20, en la que el equipo apenas levantó los pies del suelo y acabó perdiendo en un año todo lo que había conseguido hasta entonces. En principio, la reforma debería alcanzar a todos los rincones del campo aunque hay dos franjas, la portería y el ataque, en las que las necesidades son más visibles. En la primera podría volver a la carga por el eslovaco Dominik Greif (Slovan Bratislava), cuyo fichaje se le escapó en el último momento el pasado invierno. En el frente de ataque, donde no han funcionado ni Álvaro ni Cardona, necesitará más de un refuerzo que le aporte dinamita y, seguramente, se verá obligado a realizar una gran inversión. Puede que la más importante del nuevo proyecto, algo que también dependerá de la capacidad de inversión de la propiedad.

Paralelamente, Pablo Ortells deberá concretar la situación de la perla de la cantera, Luka Romero, que sigue sin tener contrato profesional y podría abandonar el Mallorca en cualquier momento sin tener que pasar por caja. A la plantilla le quedan dos partidos para irse de vacaciones. A Ortells, dos meses para darle sentido en Primera al esfuerzo de los últimos meses.

Nueva oportunidad. El presidente del Mallorca, Andy Kohlberg, levanta el pulgar a los aficionados que esperaban ayer en el estadio de Son Moix a la expedición del conjunto balear a su regreso de Tenerife para celebrar el ascenso. La propiedad ya trabaja en el nuevo proyecto de la entidad. jaume morey