Pablo Maffeo se lamenta tras la derrota sufrida anoche ante el Barça. | Miquel Àngel Borràs
Miedo a perder. Miedo a ganar. Miedo a competir. Miedo a meter la pierna. Miedo a salir al contragolpe. Miedo al escudo que tenía enfrente... El miedo atenazó a un Mallorca que ofreció una de sus peores versiones de la temporada. El Barça, cogido con alfileres, ni siquiera necesitó meter la quinta marcha para abandonar Son Moix con el botín en la mochila. Un gol de Luuk de Jong -antes había estrellado dos balones a la madera- con la colaboración de Manolo Reina (se resbaló en el momento más inoportuno) y una parada milagrosa de Ter Stegen a un remate de Jaume Costa en el último suspiro, fueron suficientes para empujar al grupo de Luis García Plaza a una derrota que se había ganado a pulso por su incapacidad para competir.
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