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Intolerable. Nadie dijo que sería fácil. Y no lo será. De hecho, la situación del equipo es hoy mucho más complicada, casi dramática, puesto que el Granada ganó (2-6) a un Mallorca de vergüenza. El equipo de Javier Aguirre, flojo, anodino, sin ideas, exhibió fragilidad defensiva y mostró sin rubor todas sus carencias. El Mallorca transita hacia Segunda División con paso firme. Los resultados de los equipos implicados en el descenso son casi indiferentes, puesto que el Mallorca, jugando de esta manera, está condenado. Falta agresividad e intensidad en un equipo sin alma, sin juego, sin actitud.

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Acudieron 18.466 espectadores a Son Moix, pero fueron muchos menos los que tuvieron la oportunidad de mostrar su disgusto con su equipo cuando Burgos Bengoetxea dio por finalizado el duelo, ya que una inmensa mayoría de incondicionales optó por mostrar su enojo con el peor de los castigos: la indiferencia del adiós precipitado.

El partido era especial, de aquellos que se catalogan como históricos. El recibimiento al equipo fue espectacular, como en las grandes ocasiones, cuando faltaba aún más de una hora para el inicio del duelo. El peso de la responsabilidad no debía convertirse en una losa, aunque el inicio no pudo ser peor puesto que Luis Suárez adelantó a los andaluces cuando solo se habían disputado cinco minutos. El Mallorca empató antes del descanso y todo quedaba así pendiente para la segunda mitad. El Granada marcó solo iniciarse la reanudación y el Mallorca encadenó errores e imprecisiones. Ni el espejismo del gol de Raíllo (2-3) maquilló la desnudez de un equipo sin rumbo. ¿Y los culpables? No solo hay que mirar a Sergio Rico. Hay muchos más, algunos cómodamente instalados en el palco.