Galarreta, con un vendaje en la cabeza, se lleva las manos a la cara durante el partido contra el Sevilla en el estadio Ramón Sánchez Pizjuán.

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Con el paso de los meses el Mallorca se ha transformado en un monstruo de dos cabezas. Especialmente desde el parón que partió la temporada para encajar en el calendario el Mundial de Qatar. A raíz de esa grieta temporal, la escuadra de Javier Aguirre va cambiando de piel jornada a jornada en función del escenario en el que actúa. Cuando lo hace en Son Moix no permite que se le escape nada. Cierra la cremallera de su portería y le saca punta a los goles que marca. Cuando sale fuera, le tiemblan las piernas en defensa y se le apagan las luces en ataque. Una secuencia que, de momento, no ha derivado en problemas serios para el equipo, que se mantiene a cubierto en la mitad superior de la clasificación y permanece a casi tres partidos de distancia (ocho puntos) del barranco del descenso a Segunda.

El Mallorca confirmó en Sevilla esa tendencia bipolar que ha ido acentuando desde finales del año anterior. A partir de su primera cita postmundialista, en el Coliseum Alfonso Pérez (30 de diciembre), el conjunto balear ha regresado de todos sus viajes con la maleta vacía. Primero en Getafe, después en Pamplona y al final en los campos del Cádiz y el Sevilla. Cuatro desplazamientos en los que ha encajado siete goles, la mitad de los que acumula en todas las salidas, y en los que no ha celebrado ningún tanto a favor.

Lo peor para el Mallorca es que en todas esas salidas encadenadas no ha mejorado su imagen y ha ido siguiendo patrones parecidos. Frente a Getafe y Osasuna aguantó en pie hasta el descanso y se deshizo justo al volver de los vestuarios. En los dos casos recibió goles muy pronto —Borja Mayoral le marcó en el minuto 51 y Aimar Oroz en el 47— y ya no se recuperó pese a tener todo el segundo tiempo por delante. Algo más duros han sido los últimos desplazamientos al sur de la península, porque tanto en Cádiz como en Sevilla llegó seriamente tocado al intermedio. Sobre el césped del Nuevo Mirandilla se vino abajo con las dianas de Bongonda y Álex Fernández en 38 minutos. Y en el Sánchez Pizjuán se lo llevó por delante una embestida redondeada por los goles de En-Nesyri y Bryan Gil, que a los 40 minutos ya le habían dejado sin argumentos. Tanto en un choque como en otro, la segunda mitad ya no sirvió de nada.

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Afortunadamente para el Mallorca, no ha habido ni rastro de esas versiones oscuras cuando ha tocado jugar en Palma. El cuadro bermellón aprovechó la última función antes del Mundial para poner la primera piedra de lo que vendría después y a principios de noviembre tumbó al Atlético de Madrid con un gol de Muriqi, el último que consta en las estadísticas del Pirata. Cuando el campeonato se reanudó el equipo se mantuvo sobre el mismo carril. Liquidó al Valladolid al límite, gracias al oportunismo de Abdón Prats, y dos semanas después tumbó al Celta con un tanto de Dani Rodríguez. Aún iría un poco más allá con la esperada visita del campeón, un Real Madrid que caía derrotado con un autogol de Nacho y que ni siquiera podía superar a Rajkovic desde el punto de penalti. De hecho, el portero serbio, muy bien protegido por el entramado defensivo de Aguirre, apenas pasó apuros durante todo el encuentro.

Siguiendo los pasos de estos meses, el Mallorca debería volver a sacar músculo el próximo sábado (18.30 horas) aprovechando el paso por Son Moix del Villarreal. Después tocará ir a Cornellà para visitar al Espanyol. Pero esa ya será otra historia y puede que muy diferente.

Sin empates desde octubre

El Mallorca lleva unos meses pasando de un extremo a otro. Gana en casa y pierde fuera. Un trayecto serpenteante que le ha llevado a evitar los empates. La última vez que el equipo que dirige Javier Aguirre acabó un partido en tablas fue a finales de octubre, en un partido en casa contra el Espanyol en el que los baleares merecieron bastante más, pero que acabó igualado después de que José Carlos Lazo sorprendiera a Rajkovic con un centro-chut (1-1).

Más allá de ese encuentro, el Mallorca solo ha cosechado otros tres empates durante el curso y todos a principio de temporada. Lo hizo sin goles en el campo del Athletic en la primera jornada y en casa a comienzos de septiembre contra el Girona (1-1). La última referencia fuera de casa en ese sentido fue en el Martínez Valero de Elche en un accidentado encuentro (1-1). Ahora mismo y tras la derrota del sábado contra el Sevilla en el estadio Sánchez Pizjuán el Mallorca encadena nueve jornadas sin empatar.