Los jugadores del Real Mallorca reaccionan tras encajar ante el Espanyol en la derrota sufrida ante el Cornellà. | Carlos Gil-Roig

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El Real Mallorca sigue con las luces encendidas en Son Moix y apagadas lejos de Palma. Afortunadamente el equipo de Javier Aguirre ha llevado a cabo un trabajo notable hasta ahora lo que le permite sumar 31 puntos y disponer de un tesoro que no tiene precio a día de hoy. La importancia de esa cifra radica en que tiene margen suficiente de error en casa para sellar la permanencia. Restan ocho partidos por disputar en Son Moix y sacando la mitad de ellos ya tendrá el objetivo cerrado. Visto lo visto este curso cuando el equipo cruza el charco toda posibilidad de aspirar a algo más parece inviable ya que para ello se haría necesario no venir de vacío en cada ocasión que actúa a domicilio y los rivales que todavía restan por visitar no parece que vayan a poner las cosas fáciles. Por un motivo u otro no da para ganar lejos de Camí dels Reis. Entre los errores propios y las imprecisiones arbitrales, el Mallorca lleva cinco partidos perdiendo de forma consecutiva a domicilio, concretamente desde la reactivación del torneo tras tras el parón mundial.

Sin embargo, antes de esa fecha el Mallorca hizo los deberes y se sitúa en un escenario perfecto para soñar con la permanencia antes de llegar a la última jornada del campeonato. Deben visitar Son Moix los siguientes equipos: Elche, Real Sociedad, Osasuna, Getafe, Athletic Club, Cádiz, Valencia y Rayo. Fuera de Palma rendirá visita a Sevilla para jugar contra el Betis y a partir de ahí Valladolid, Celta, Atlético, Girona, Almería y Barcelona en la penúltima jornada.

En Palma el equipo tiene una robustez y solidez absoluta y es capaz de levantarse cuando el partido lo requiere y de creer en la victoria hasta el final. Bien por lo cómodo que está en su nuevo estadio y por la ayuda de la afición, lo cierto es que en Son Moix el conjunto dirigido por Javier Aguirre transmite una seguridad casi absoluta y pese a que todos los partidos son complicados, es capaz de sacar a relucir el tarro de las esencias y superar a cualquier rival que se le ponga por delante.

Lejos de casa es cierto que ha ido de menos a más y que el equipo que jugó contra el Espanyol este pasado sábado no fue el mismo que lo hizo ni en Getafe ni en Cádiz, pero le falta algo fundamental que es la continuidad en el juego. Esa misma continuidad que le da al balón en Palma y que no es capaz de imprimir con más regularidad a domicilio. Además, los errores puntuales motivados por la falta de concentración en ciertos lances de partido son sancionados con goles en contra. Aguirre y Toni Amor han conseguido que el grupo pruebe más cosas lejos de Palma, sea protagonista con el esférico y por momentos intente un juego más elaborado sin depender solo de meter balones a Muriqi. Pero al final tampoco esto ha dado el resultado esperado en forma de puntos. Las sensaciones puede ser buenas, pero los puntos no llegan y esa asignatura pendiente seguramente impedirá al equipo soñar con algo más durante esta temporada.

Deportivamente el equipo cuenta con uno de los goleadores de la Liga que ya querrían para sí muchos equipos de la máxima categoría como es Vedat Muriqi, pero ni con el ‘pirata’ en vena goleadora da para sacar adelante partidos cuando hay que jugar lejos de Son Moix. ¿Cuál es la solución? Seguramente se lo estará preguntando el entrenador mexicano y no tiene una respuesta fácil. En cualquier caso da tranquilidad saber que la salvación está en casa que es donde el grupo se muestra fiable y resolutivo. Ahora afronta dos encuentros seguidos, frente al Elche y ante la Real Sociedad. Seis puntos en juego que de ganarlos situaría al equipo con 37. Casi nada a estas alturas de curso.