Es bastante probable que a los mallorquinistas que utilizan las redes este sábado les recuerde una notificación que hace justo cinco años su equipo subía a Segunda División en Anduva y cerraba uno de las episodios más sombríos de su biografía. Solo un lustro después, con varios ascensos y descensos encadenados o una permanencia asfixiante de por medio, va camino de su tercera temporada consecutiva en Primera División y se dispone a apurar el ejercicio con una pequeña posibilidad entre las manos de meterse en Europa.
El contexto en el que se mueve el Real Mallorca estos días era impensable hace unos meses. Dos partidos para abrochar la temporada, una plaza europea por asignar y seis aspirantes. El conjunto de Javier Aguirre ha decidido rebañar el curso a lo grande y tras ganar al Valencia en Son Moix se mantiene en la subasta de ese asiento en la Conference League que falta por adjudicar. El cuadro balear es uno de los que peor lo tienen para sacar el billete que le conduzca a la tercera competición continental, pero el simple hecho de llegar a este punto con opciones realza el trabajo de los últimos tiempos y supone el final perfecto al mejor curso de la última década en clave rojinegra.
Lo apretado de la clasificación y el número de implicados prácticamente obligan al Mallorca a hacer un pleno. Y eso pasa por dar el golpe este domingo en el Camp Nou, contra un Barcelona ya coronado y desconectado que viene de enlazar dos derrotas ante Real Sociedad y Valladolid. Parece complicado que la escuadra de Xavi Hernández se deje sorprender por tercera jornada consecutiva y más teniendo en cuenta que será un día especial para el club y su entorno. Será el último encuentro que abrace el coliseo azulgrana antes del traslado a Montjuïc —las obras para la reforma del estadio deberían empezar este mismo lunes— y a esa despedida provisional se sumarán otras dos definitivas y seguramente más traumáticas, las de Sergio Busquets y Jordi Alba. El centrocampista y el defensa jugarán su último partido como azulgranas y querrán decir adiós con una sonrisa y un marcador favorable.
Si el Mallorca puntúa en el Camp Nou y liquida el fin de semana electoral con opciones de ser séptimo gastará su última bala en casa. Para ello, eso sí, deberán acompañarle otros resultados en la jornada unificada del domingo. Osasuna, propietario del séptimo puesto en estos momentos, visita a un Getafe con el agua hasta la nariz. Y el Athletic, con los mismos puntos que el cuadro navarro (50), recibe a un Elche descendido hace tiempo aunque muy combativo desde entonces. A su vez, el Girona se mide en Montilivi a unBetis con casi todo hecho y el Sevilla, el único de los implicados en la pelea que actúa esta tarde —la semana que viene juega en Budapest la final de la Europa League contra la Roma—, se cruza con un Madrid destensionado.
El Rayo Vallecano, la única formación que todavía puede entrar en Conference League que tiene menos opciones que el Mallorca, será quien le ponga el candado la verja de Son Moix hasta la temporada que viene. Ya lo hizo el año pasado, en un partido que resolvió de manera milagrosa Abdón Prats en el descuento para mantener con vida al equipo. ¿Habrá otro final feliz en el Camí dels Reis?
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