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El Mallorca continuará una temporada más en Primera División. Debajo de esa obviedad aparecen un número ingente de interrogantes que en las próximas horas deberían despejarse. La principal será el futuro de Javier Aguirre, que ayer dirigió su último partido desde el banquillo local de Son Moix, mientras Jagoba Arrasate prepara su desembarco. Desconectado desde que se clasificó para la final de Copa, el grupo balear logró una salvación sin cumplir con su trabajo. Incapaz de ganar al colista en casa, el Mallorca se agarró a una carambola perfecta -el empate del Cádiz- para llegar a la línea de meta antes de la última jornada.

Tres triunfos en la primera vuelta y cuatro en la segunda -todos por la mínima- y el desastre de los tres equipos andaluces descendidos han permitido sellar una permanencia cargada de dudas en una temporada que arrancó en verano con la mayor inversión en la historia de la entidad. El objetivo, con los fichajes de Darder y Larin -precisamente los que marcaron ayer-, era dar un paso adelante, pero ha dado varios hacia atrás. La sensación es de un ciclo acabado hace meses...

El objetivo de mantener la categoría se ha cumplido. Pero el equipo no ha estado a la altura de las expectativas generadas y ha cerrado la permanencia con más dudas que certezas. Aguirre llegó en una situación límite y dirá adiós con una sensación agridulce después de tres salvaciones y una final de Copa...