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Javier Aguirre dirigirá el sábado su último partido como entrenador del Mallorca. Será en Getafe en el mismo escenario de su debut aquel 2 de abril de 2022 con el equipo en descenso y en plena caída libre tras la destitución de Luis García Plaza. Su adiós no es oficial pero todo el mundo lo sabe. Su rostro, serio y meditabundo, nada más confirmarse la salvación del equipo tras el empate ante el Almería hablaba por sí mismo.

El mexicano no estaba para bromas. Aguirre disparó con bala contra Pablo Ortells. Sin nombrarlo, le envió un par de dardos por las formas que ha tenido el director de fútbol del Real Mallorca para 'decirle' que no cuenta con él sin dirigirle la palabra. Sin mirarle a los ojos. Ese pasotismo a la hora de sentarse con él y la filtración del fichaje de Jagoba Arrasate, cuyo nombre comenzó a recorrer todos los rincones del vestuario en la semana previa al duelo ante Las Palmas, han sentado como un tiro a un técnico que cree que merecía algo más. Quizás tampoco hubiera seguido con una propuesta de renovación sobre la mesa porque su cotización se ha disparado, pero considera que el Mallorca y sobre todo Ortells no ha sido franco y directo con él y su cuerpo técnico.

Aguirre se marcha después de unos meses enrarecidos -la sensación es que la temporada se le ha hecho eterna tras la final de Copa- y generando división de opiniones en la atmósfera mallorquinista. Como los grandes toreros que apasionan a los puristas y desesperan al resto. Los resultadistas están con su fútbol tequila, más práctico que vistoso. Y los números también. Ha inscrito al equipo en cuarta temporada consecutiva entre los grandes del fútbol nacional, un dato que solo había sucedido una vez en toda la historia de la entidad. Sus detractores le castigan por el aburrimiento y la agonía constante. Todas sus victorias, siete en el campeonato, han sido por la mínima y ni siquiera fue capaz de amarrar la categoría recibiendo al colista en un estadio entregado. Tuvo que esperar al resultado del Cádiz para alzar los brazos y festejar una salvación con sabor agridulce. Y esa capacidad de sufrimiento, de vivir siempre al límite no encaja con una gran mayoría de la masa social... Ni tampoco con la cúpula, aunque Andy Kohlberg siempre ha apostado por él. Desde los despachos creen que este equipo tenía mejores mimbres y que la inversión más alta de la historia (más de 25 millones de euros en fichajes) no se ha traducido en resultados.

Larin y Darder, los dos jugadores franquicia, curiosamente aparecieron el último día para sellar la permanencia con sus goles, no han estado a la altura y la planta noble le achaca una buena parte de responsabilidad al míster. Al Mallorca, y a Ortells en particular, le ha faltado tacto para tratar el futuro del entrenador. Le ocurrió con Manolo Reina y Salva Sevilla, dos futbolistas que dejaron huella y que se fueron por la puerta de servicio. Ahora ha ocurrido lo mismo con Aguirre, que ha observado desde la barrera todos los movimientos que el club ha hecho a sus espaldas y que seguramente va a emprender una nueva aventura en el extranjero. Está la opción de regresar a su país o una aventura en un fútbol más exótico pero mejor pagado. 'No voy a llorar porque no soy un niño. Pero a mí me gusta la gente que va de frente y no la que da rodeos por detrás'. Supongo que Ortells captó el mensaje...