Antonio Raíllo cae en un lance del encuentro disputado el pasado sábado en El Sadar. | Carlos Gil-Roig

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Apenas han transcurrido dos partidos, hay más gente de vacaciones que trabajando y el calendario todavía no ha pasado la hoja de agosto. Sin embargo, la crítica no entiende de fechas ni de paciencia, una virtud que es incompatible con el fútbol profesional. Las luces del estreno mediático ante el Real Madrid se apagaron de repente en Pamplona y el Mallorca devora este martes el tercer capítulo del campeonato con los agoreros afilando las uñas y el primer run-run en el ambiente con el Sevilla como testigo. (Son Moix, 19.00 horas).

Es pronto, muy pronto, para comenzar a extraer las primeras conclusiones. Ni la plantilla está cerrada -el viernes se baja la barrera del mercado- ni los jugadores, como es lógico, han memorizado la doctrina de Jagoba Arrasate. Toda transición -sobre todo si es tan drástica como la de Javier Aguirre al técnico vizcaíno- conlleva un proceso de adaptación y el grupo balear se encuentra en plena fase de adaptación. Es cierto que el estreno encendió una mecha de la ilusión que se apagó el pasado sábado en El Sadar. El entrenador, lejos de excusas, entonó el mea culpa. Sabe que el equipo está capacitado para hacer más cosas de las que demostró en Pamplona. Lo hizo ante los galácticos 2.0.

Con la intención de corregir la travesía y de alejarse del pesimismo que propició la función de hace apenas 72 horas, el conjunto isleño se cita esta tarde con un Sevilla que también ha arrancado el torneo con más dudas que certezas. García Pimienta, un técnico que apela al fútbol académico y de toque, ha aterrizado en un club que en este último lustro ha destacado más por los seísmos en la cúpula que por los éxitos.

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Entre la última derrota y la jornada intersemanal, Jagoba agitará el árbol. Posiblemente retoque algunas piezas como por ejemplo en la portería. El técnico de Berriatua, que ya rotó bajo los palos cuando dirigía a Osasuna, podría darle la oportunidad a Leo Román. El ibicenco se ha ganado el derecho a competir por la titularidad después de su gran campaña con el Oviedo en Segunda División. También habrá permutas en la sala de máquinas. Manu Morlanes podría entrar en el pivote por Omar Mascarell e incluso Samú Costa dejaría su sitio a Antonio Sánchez. Arriba, por el flanco izquierdo, el canadiente Cyle Larin es una de las opciones que maneja Jagoba para darle descanso a Dani Rodríguez. Arriba, como faro, Muriqi parece fijo.

Más allá de nombres y de sistemas, se trata de competir y de mostrar los brotes verdes que enseñó ante el Real Madrid en el arranque del campeonato. El debut descubrió a un equipo solidario, ordenado atrás, con personalidad en el centro del campo y peligroso arriba. En Pamplona, con los mismos hombres, se vio otra versión mucho más frágil y desordenada, que solo disparó una vez a puerta -aunque Asano tuvo el 0-1 en su cabeza- y que no tuvo capacidad de reacción. Ni en el terreno de juego ni desde el banquillo. Mojica demostró sus carencias defensivas y sus virtudes a la hora de crear ocasiones con sus centros. Mascarell fue incapaz de achicar agua, Muriqi se convirtió en un islote arriba y atrás faltó contundencia y serenidad. A la espera de los refuerzos -el bético Rodri está a punto-, la escuadra balear debe recuperar el ánimo y embolsarse la primera victoria de la nueva era.

El Sevilla se presenta en la Isla en una situación similar, con un nuevo técnico, una propuesta diferente y la sensación de que los jugadores siguen asimilando los conceptos. El equipo que esta temporada entrena Xavi García Pimienta tuvo muchas opciones de ganar esos dos partidos al crear bastantes ocasiones claras de gol ante las porterías adversarias, pero el lastre estuvo en la desaplicación defensiva, lo que ha pesado mucho. Llega con las ausencias de Lucas Ocampos y Montiel.