El entrenador del Real Mallorca, Jagoba Arrasate, da instrucciones a sus futbolistas durante un entrenamiento de la pretemporada en Son Bibiloni. | Pere Bota

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En los cuatro primeros partidos del Real Mallorca con Jagoba Arrasate al mando, la sala de máquinas ha ido variando en tres de ellos. El de Berriatua sigue encontrando un centro del campo que haga funcionar todo el engranaje del equipo para poner la velocidad exacta que quiere en su equipo. Mascarell, Samú Costa, Sergi Darder, Manu Morlanes y Dani Rodríguez son las piezas de un puzzle que sigue sin encajar.

El único fijo en este intercambio de posiciones es Samú Costa. El portugués es un futbolista del agrado del entrenador y está siendo clave en sus esquemas. En un principio lo ubicó como interior, dado a su gran despliegue físico, Arrasate le veía cualidades para abarcar campo en vertical y llegar cerca del área. Tras el 0-0 ante el Sevilla declaró en rueda de prensa que tras cambiarle de posición, el equipo mejoró. Una vez colocado en el pivote, el Mallorca se acercó al gol y ante el Leganés volvió a fijar a Costa en su lugar original. Con una de las dudas resueltas, los acompañantes son los que más dudas dejan.

A priori, el paso al frente que debe dar Sergi Darder le sitúa en la cima para opositar a flanquear al pivote o en todo caso, acercarse a zonas intermedias por delante de un hipotético doble pivote. Las características del de Artà y sus virtudes le convierten en el futbolista con más calidad de la plantilla, pero queda claro que tiene que estar liberado de tareas defensivas para poder rendir. En esta encrucijada aparece Dani Rodríguez. Tras muchos años alejados de la media punta o como interior, cuajó su mejor partido ante el Leganés ocupando el lugar predestinado para Sergi Darder. El de Betanzos no solo marcó, sino que generó en cada ataque que conducía en Butarque. El mejor del partido. Sus perfiles en este esquema son incompatibles. Tienden a ocupar zonas del campo similares y pierden clarividencia si cohabitan en los mismos espacios.

Tras ellos, otro de los perfiles que gustan a Arrasate es el de Morlanes. El aragonés es una apuesta total de la propiedad. Llegó con Aguirre y en la recta final de la temporada 22-23 fue clave junto a Galarreta y Kang In Sin embargo, la temporada pasada perdió peso en el once y ahora parece que ha vuelto a recuperar su posición. Morlanes ocupa la zona de creación y Arrasate le pide que lleve el ritmo del partido, que dirija el medio del campo, quiere que sea su brújula. Por el momento ha acompañado a Mascarell y Samú Costa en el doble pivote. Realmente, es el único futbolista del Mallorca que puede asumir este rol.

Otra opción

Por último, Mascarell empezó dejando una gran actuación ante el Real Madrid, pero la vuelta de Samú al pivote le ha sacado del once en las dos últimas jornadas. En este caso, el canario es un futbolista de contención. Le cuesta hacer avanzar al equipo, pero dota de equilibrio para gestionar las ventajas. Pierde pocos balones, pero no es capaz de dotar de velocidad a la circulación. Ante el Real Madrid, el equipo agradeció tener a Omar de ancla porque fue capaz de equilibrar al equipo ante los ataques rivales y gestionar mejor las posesiones. Sin embargo, ante el Osasuna fue un punto de conflicto para sus compañeros.

Tras el parón, el horizonte dejará claras las ideas de un Jagoba Arrasate que todavía sigue buscando el mejor ajuste a las piezas de un puzzle que tiene mucho potencial.