Antonio Raíllo tras la victoria en el José Zorrilla. | RCDM

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El mejor ataque es una buena defensa. Este dicho tan interiorizado en la idiosincrasia del fútbol español, es la nota palpable del buen inicio de competición del Real Mallorca de Jagoba Arrasate. El preparador vasco ha dotado a su equipo de personalidad con pelota, pero sin descuidar la faceta defensiva que había destacado en las dos últimas temporadas.

El fútbol es tan interesante porque se puede entender de diferentes maneras, pero teniendo un objetivo común como es la fortaleza defensiva. El nuevo Mallorca abre frentes que hacía tiempo que no exploraba, pero sigue manteniendo la solidez que le da puntos. La diferencia de concepción sobre lo que pasa en el verde, no se aleja de los resultados. De hecho, Jagoba Arrasate ha cogido la herencia de Javier Aguirre y le ha dado su toque personal. Alejándose de su propia portería y siendo capaz de defender a campo abierto, el Mallorca solo ha encajado seis goles en ocho partidos, siendo la segunda mejor marca junto con el Real Madrid y únicamente superado por el Atlético.

La temporada pasada, se encajaron 14 goles a estas alturas. La lesión de Raíllo dinamitó el entramado defensivo que tenía puesto en liza el mexicano y mermó mucho la capacidad para defender el área propia. A sus 33 años, el capitán cordobés sigue siendo el jugador capital en los esquemas de sus entrenadores. Raíllo es como el buen vino, cada año mejora y es capaz de que su entorno brille. Sin ninguna amarilla recibida en los ocho partidos que se han jugado, el andaluz es indiscutiblemente el ancla del equipo.

A su vez, sus acompañantes en la línea de cuatro y los perfiles de futbolistas que son, ayudan a que se pueda adelantar la línea defensiva sin temer por sus espaldas. Mojica, Maffeo, Copete o Valjent son los principales compañeros de batallas y en este principio de año están rindiendo por encima de lo esperado. Con y sin pelota, son el escalón más importante de los éxitos presentes de un equipo que mira con fortaleza al futuro.