El conjunto balear, ahora con la agenda despejada de compromisos hasta el próximo domingo 20 de octubre —visita Son Moix el Rayo Vallecano, 14.00 horas—, volvía a resbalarse fuera de su estadio 42 días después y era incapaz de seguir tirando de un hilo con el que se había llevado por delante a Leganés, Betis y Valladolid. Además, reparaba las peores averías de un Espanyol metido en problemas al que después de tres derrotas en cadena ya le llegaba el barro hasta las rodillas.
Lo que si estiró el Mallorca fue su pobre dinámica en los partidos que afronta como visitante contra el Espanyol. Contabilizado ya el duelo de este sábado, solo ha ganado en una de sus últimas 17 visitas a territorio perico y ha perdido en las últimas seis que ha hecho como equipo de Primera División. Y en Cornellà, concretamente, solo ha vencido una vez y hace ya más de 13 años (marzo de 2011).
El Mallorca afrontaba el duelo contra el Espanyol con más de seiscientas gargantas apoyando desde las gradas. Los aficionados bermellones, que habían agotado muy pronto las localidades que el conjunto catalán reserva siempre a la hinchada visitante, se habían desplazado en su mayoría desde primera hora de la mañana y, pese a su esfuerzo, se quedaban con las ganas de presenciar una nueva victoria. Futbolistas y cuerpo técnico agradecían después del partido el calor recibido desde las gradas y se disculpaban por una derrota que interrumpe la marcha triunfal que seguían los de Jagoba Arrasate.
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El entrenador de un equipo de futbol debe cuidar tres aspectos: físico, táctico y psicológico. Arrasate, que es un excelente técnico, descuidó la tercera faceta en Cornellà. Se puede ganar o perder, pero lo que es innegociable es salir a morder, a pelear todas las pelotas. El espectáculo de la primera hora de juego, en la que los jugadores pericos iban a toda máquina y los del Mallorca lo hacían caminando, no se puede repetir. Los dos goles, sin ir más lejos, provienen de jugadores que iban a por todas frente a defensores bermellones ensimismados. Jagoba, por favor, que no se vuelva a repetir el lamentable espectáculo de Cornallà. El que no se deje el alma en el campo, al banquillo. Sin contemplaciones!!