Martin Valjent, defensa del Mallorca, ante Marcos Llorente y Pablo Barrios, futbolistas del Atlético de Madrid. | Miquel Àngel Borràs

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El Real Mallorca se ha propuesto irse de parón con los bolsillos llenos. Lastimado por la derrota en Vitoria, que enfrió el ambiente y ralentizó la velocidad de su marcha, el equipo de Jagoba Arrasate necesita aprovechar toda esa seguridad que siente y transmite en Son Moix para buscar una victoria que le ayude a atravesar la barrera de la veintena de puntos tras solo un tercio de campeonato y le plante a medio camino del primer destino que hay marcado en el mapa: la permanencia.

La mejor carta que tiene ahora mismo el Mallorca sobre la mesa es la de la entereza defensiva. La nueva identidad del equipo, mucho más afilado y atrevido en muchas fases de sus encuentros, le ha transformado en un bloque mucho más compacto, en ocasiones de hormigón, a la hora de protegerse. Solo así se explica que después de dos meses competición y con unas coordenadas muy distintas en el navegador sea el segundo equipo menos goleado de la Liga por detrás de su próximo competidor, el Atlético de Madrid.

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Un vistazo más profundo a los primeros números del proyecto Arrasate muestra que si la pista de despegue se construyó fuera de Palma, es en Son Moix donde el grupo ha madurado de verdad. De los nueve balones que han sacado Dominik Greif y Leo Román de entre las redes solo tres han sido dentro de su estadio. Únicamente el Real Madrid y el Villarreal, que lo hizo por partida doble, han reventado el candado de su portería ante el público bermellón. De hecho, el canario Ayoze Pérez sigue figurando como el autor del último gol forastero que se ha celebrado en la capital balear, hace ya 270 minutos y más de un mes y medio. Desde entonces ni la Real Sociedad, ni el Rayo Vallecano ni el Athletic le han superado. Como antes tampoco lo había hecho el Sevilla.

Para Arrasate, el test de dureza al que se someterá su defensa volverá a subir de nivel. El técnico de Berriatua advertía antes del último partido en casa contra el Athletic que se presentaba a un examen de alta dificultad con la visita de los leones y al final acabó aprobando. Ahora se aproxima un enemigo más grande. Más alto. Más musculado. Más exigente. El Atlético de Madrid, además de la bestia negra de Jagoba, es también uno de los ataques más caros y explosivos de la Primera División. El cuarto de la Liga, exactamente. 18 goles a favor y solo dos partidos en blanco desde que empezó el campeonato.

El chequeo para la defensa del Mallorca dependerá, además, de lo que tenga a su disposición el técnico para edificar la muralla. Si por dentro hay efectivos de sobra para acompañar a Antonio Raíllo, el único intocable del vestuario —pueden hacerlo Valjent y Copete o, incluso, Van der Heyden, aún inédito— la tarea de apuntalar los costados dependerá de cómo se encuentre Johan Mojica, que ya no jugó en Mendizorroza e iniciaba después la semana entrenando al margen.