El Mallorca cayó en el foso del Cholismo. Con una línea de seis atrás, el bloque de cemento y hormigón que puso Simeone en los ojos de Oblak, el Atlético de Madrid exprimió al máximo un error de Mojica y Maffeo para facturar una victoria que, por méritos, se antoja un premio excesivo. Pero en el fútbol mandan las áreas. Y en esa zona roja el Mallorca estuvo inocente. En la suya se dejó ganar la partida tras un córner a favor y un balón largo de Oblak. Y en la del rival, ni Larin ni Abdón supieron aprovechar dos ocasiones de lujo.
El árbitro también alteró el destino de la tarde. Sánchez Martínez perdonó la segunda amarilla a Lenglet, condicionó a Samu Costa con una amonestación absurda y un par de minutos después llegó el gol colchonero que le echó el lazo al partido. Dos errores (uno de Maffeo y otro del árbitro) tumbaron al Mallorca a la lona por segunda jornada consecutiva.
El equipo alcanza el tercer parón de la temporada con una sequía en ataque preocupante -tres partidos sin marcar-y un punto sobre nueve posibles, aunque todavía vive de rentas y cruza la puerta del primer tercio del curso instalado en la zona cómoda. Las sensaciones son mejores que los últimos resultados, pero la exigencia de Jagoba es máxima. No quiere reconocimientos, quiere puntos. Quiere que el Mallorca vuelva a ganar.
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