Algunos jugadores del Mallorca, cabizbajos, tras encajar un gol en el partido disputado ante el Villarreal. | Carlos Gil-Roig

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Un gran escenario para un desafío mayúsculo. El Mallorca afronta el más difícil todavía. Con un centro del campo plagado de agujeros -sin Morlanes, Mascarell ni Antonio Sánchez- y una ristra de derrotas consecutivas en las alforjas, el grupo de Jagoba Arrasate visita esta tarde (18.30 horas) el Metropolitano para mirar a los ojos de un Atlético de Madrid lanzado en la Liga -fue campeón de invierno- y en Champions -ya está en octavos tras quedar quinto en la liguilla- que solo ha perdido un partido en los tres últimos meses y que quiere mantener su extraordinaria racha de imbatibilidad en casa.

Precisamente fue Osasuna, con Arrasate en el banquillo, el último equipo que cerró la puerta del vestuario visitante con una sonrisa plena. Fue en mayo del pasado año, cuando venció por 1-4. Desde entonces, ocho triunfos y tres empates en sus últimos once encuentros ligueros en casa...

Si este deporte se jugara según los números y las sensaciones, el Mallorca ni se presentaría en el Metropolitano porque, a día de hoy, en el césped se escenificarán dos mundos opuestos. En el Atlético todo es ilusión y felicidad. Atrás mantiene el sello del Cholo y arriba se la caen los goles, con Julián Alvarez y Antoine Griezmann(30 goles entre ambos en competición oficial en este curso). El equipo isleño, en cambio, visita a su rival en su peor momento de la temporada. Desde aquella caída con sonrojo en Pasarón, hasta la cruel derrota del pasado sábado ante el Betis, pasando por el choque de Arabia frente al Real Madrid y el desastre de Villarreal, con cuatro goles encajados en menos de ocho minutos, nada ha salido bien en el maldito mes de enero.

Con la intención de pasar página y cambiar dinámica, el grupo de Jagoba Arrasate acude a la capital sin nada que perder y mucho que ganar. La inercia y la epidemia de bajas, a la que se incluye también a Pablo Maffeo en el lateral, invitan a pensar en un posible cambio de sistema con tres centrales para tratar de taponar la hemorragia. Porque los bermellones acuden al Metropolitano con Samu Costa -al que se le ha vinculado al Atlético- como único centrocampista nato, al que podrían escoltar Dani Rodríguez y Sergi Darder.

En la línea de fondo, Mateu Morey supliría la ausencia de Maffeo, con Raíllo, Valjent y Copete por delante de Greiff con Mojica por la orilla izquierda. En la zona ancha, con el portugués como ancla, se ubicarían Darder por detrás del punta, con Robert Navarro en una banda y Dani Rodríguez en la otra. Arriba, donde la sequía comienza a ser preocupante (acumula más de 400 minutos sin ver portería), entre Muriqi y Larin pelen por una plaza para intentar hurgar en la herida de un bloque que apenas ha encajado siete goles en toda la primera vuelta en su centro de operaciones. La otra opción, menos probable, es que Jagoba apueste por dos en ataque para sacrificar a un medio. El canterano Jan Salas tiene muchas opciones de debutar, según el propio técnico.

Más allá de nombres y de lamentos por los que no están, el Mallorca debe dar continuidad en el campo del Atlético a la mejoría que mostró frente al Betis en el primer acto de su última cita, donde solo faltó la puntería para darle forma a los progresos.

El Atlético afronta el duelo en medio de otras batallas y mirando de reojo al derbi del próximo sábado en el Bernabéu. Julián Alvarez, Le Normand y Koke están apercibidos y el Cholo quizás reserve a alguno, sobre todco a los dos primeros, para evitar contratiempos.

Partido a partido, Simeone rebusca el espacio para el descanso y la dosificación de los futbolistas más titulares de todos. Ni Julián Alvarez ni Giuliano Simeone habían rotado en los últimos cuatro choques. Los únicos que no lo habían hecho, junto a Jan Oblak. Fueron los primeros cambios en Salzburgo. Una pausa, ya decidido el duelo. El Mallorca se presenta en su peor momento y en el peor escenario posible para reaccionar... pero esto es fútbol.