De los primeros fragmentos del libro 'Rafa, mi historia' que han salido a la luz, destaca el capítulo en el que el balear anuncia que estuvo planteándose dejar el tenis para ser jugador de golf profesional. La culpa de este pensamiento fue un problema en un pequeño hueso de su pie izquierdo, llamado escafoides del tarso. Tras consultar varios médicos, un especialista le aconsejó dejar la actividad tenística de por vida a sus 19 años.
Pero allí estaba su tío, Toni Nadal, una vez más, para poner solución al problema de su sobrino. «Rafa entrenaría 45 minutos diarios sentado en una silla. Así al menos movería los brazos y liberaría energía y frustraciones aunque no pudiera apoyar el pie». Ese mismo pie izquierdo es la parte del cuerpo del tenista que más cuidados recibe y también el que mayor quebraderos de cabeza le ha dado desde aquel momento.
Adiós al fútbol
La práctica del deporte rey por parte de Nadal no corrió tanta suerte como el tenis. Según aparece también en su autobografía, Nadal a los 12 años, tuvo que tomar una de las decisiones que cambiarían su vida, elegir entre el fútbol o el tenis: «Fue una de las decisiones más difíciles que he tenido que tomar, pero al final las circunstancias decidieron por mí», declara el tenista. A los 12 años de edad, sus estudios solo podían ser complementados con un deporte, y la elección que por aquel entonces tomó el mallorquín fue empuñar la raqueta y dejar aparcado el balón. A día de hoy parece que no se equivocó».
Cabe destacar el gran nivel de implicación de Nadal en la elaboración de su autobiografía, ya que cuenta ciertos aspectos o situaciones de su vida más íntima, como el mal momento personal pasado durante el divorcio de sus padres, Sebastià y Ana María.
«Mis padres eran el pilar de mi vida y ese pilar se había desmoronado», explica el mallorquín. «La continuidad que tanto había valorado en mi vida se había roto por la mitad, y el orden emocional del que dependía había recibido un golpe terrible», agrega.
Nadal reconoce en el libro que, aunque al principio la separación no afectó a su juego, su actitud cambió. «Estaba deprimido, me faltaba entusiasmo. En la superficie permanecía como un tenista autómata, pero el hombre dentro de él había perdido todo el amor por la vida», manifiesta.
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