Una final entre los grandes de la tierra

España y Argentina se han enfrentado ya en tres ocasiones, siempre con victoria española, desde 1926 hasta ahora, pero la final del Estadio Islas Malvinas marplatense quedó en el recuerdo porque fue la única que ambas selecciones disputaron sobre pista rápida, cuando los dos equipos se desenvuelven y son auténticos maestros sobre la tierra batida.

En aquella ocasión el conjunto argentino que confiaba en la presencia de Rafael Nadal, configuró la final colocando una pista rápida para disminuir el potencial español. La baja del jugador de Manacor trastocó los planes del equipo que entonces capitaneaba Alberto Mancini, y España se impuso gracias a la genial actuación de Feliciano López y Fernando Verdasco.

Fue Verdasco el que ganó el punto definitivo al imponerse a José Acasuso en un partido tenso, emocionante, y que sirvió al madrileño para hacer un «click» en su carrera. Después, Verdasco llegó a dar el salto de calidad y a colocarse entre los diez primeros del mundo durante el Abierto de Australia al año siguiente.

Todos los jugadores españoles deseaban en Córdoba que Argentina fuera el equipo para medirse en la final. Nadal tiene en Juan Monaco y David Nalbandian a dos de sus mejores amigos, y Verdasco y Feliciano López, mantienen también una especial relación con todos ellos.

De aquella final marplatense quedan varios apuntes. El grito de una espectadora en el desempate del segundo set del encuentro de dobles, que sirvió para desconcertar a Nalbandian y que cometiera una doble falta, y perdieran luego el set y el partido.

Albert Costa ha pedido para esta final, tierra, y sobre todo que se dispute en una ciudad al nivel del mar. Madrid y Valencia figuran ya en la carrera por ser la sede.