La pista Arthur Ashe celebraba a Alcaraz tras ganar el segundo partido más largo de la historia del US Open, después de un duelo entre el sueco Stefan Edberg y el estadounidense Michael Chang, que duró cinco horas y 26 minutos en 1992. El murciano, de 19 años, ya está seguro de entrar en el podio del ránking mundial y todavía tiene a su alcance la primera posición. Será número uno si se hace con el título, pero también puede serlo si alcanza la final y el noruego Casper Ruud cae en las semifinales ante el ruso Karen Khachanov.
«La esperanza es lo último que pierdes», aseguraba Alcaraz en la entrevista a pie de campo, después de ser protagonista de una de las hazañas que marcan las carreras de los más grandes campeones. Porque,a las dos de la madrugada local, Alcaraz afrontó una bola de partido con Sinner al saque, 5-4 abajo en el cuarto parcial, después de recibir una advertencia del juez por lanzar una bola al tercer anillo de la Arthur Ashe por frustración, al no conseguir la clave para hacer daño al italiano.
Miraba con frustración hacia su entrenador Juan Carlos Ferrero y se le vio decirle que no sabía dónde colocar sus servicios para poner en apuros a su rival. El murciano veía derretirse sus opciones pese a un excelente arranque de partido, en el que ganó el primer set por 7-5 y en el que, a base de golpes espectaculares, había conseguido, pero desaprovechado, hasta cinco bolas de set en la segunda manga. Hubo espacio para jugadas espectaculares, como un golpe detrás de la espalda seguido por un maravilloso revés de Alcaraz que provocó una larga ovación de los espectadores.
Parecía un encuentro maldito para Alcaraz cuando, en el tercer parcial, desaprovechó una ventaja de 4-2 y la posibilidad de sacar por el set con 6-5, entregando su servicio y siendo arrollado con un contundente 7-0 en el desempate. Horas antes, Frances Tiafoe también había endosado un 7-0 en el desempate a su rival, el ruso Andrey Rublev, pero en esta ocasión eso no fue suficiente para acabar con el camino neoyorquino del murciano.
Tras perder el tercer parcial, cuando el reloj ya marcaba la una de la madrugada, Alcaraz regresó a los vestuarios para intentar calmarse y recuperar lucidez, aunque Sinner, sólido con el saque y todavía brillante con las piernas, seguía sacando provecho de su plan táctico. Sin embargo, ni la rotura sufrida en la apertura del cuarto parcial, ni el valioso 0-30 desaprovechado con Sinner al saque en el juego siguiente pudieron tumbar a Alcaraz. Logró aguantar y se aferró al servicio para mantenerse con vida. Limitó los daños hasta llegar a la pausa 4-5 abajo, con Sinner a un paso de las semifinales, pero todavía con opciones.
El italiano consiguió su primera bola de partido, pero no consiguió convertirla y un error suyo a continuación ofreció a Alcaraz la anhelada bola de 'break'. Tras desaprovechar trece de 21, logró dar el zarpazo para restablecer la igualdad. Fue la chispa que renovó las energías físicas y mentales de Alcaraz. Hasta Ferrero perdió su habitual calma para celebrarlo por todo lo alto y, en pocos minutos, el tenista español forzó el quinto parcial al ganar 7-5.
La tensión era máxima y los aficionados que decidieron quedarse hasta pasadas las dos y media de la madrugada fueron premiados con un nuevo set vibrante, que desafió la lógica y cambió los equilibrios en cada momento. Sinner parecía hundido y con dificultades a la hora de sacar, pero no entregó su servicio, sino golpeó primero y se colocó 3-2 arriba con saque a favor. Un nuevo, duro, golpe para Alcaraz, pero una vez más insuficiente para dejarle KO. El murciano recuperó la rotura de forma inmediata y encadenó cuatro juegos consecutivos para blindar su billete para las semifinales con un saque ganador. Sentenció el partido que ha acabado más tarde en la historia del Abierto de Estados Unidos y se convirtió, a sus 19 años, en el más joven semifinalista de un 'grande' desde su compatriota Rafa Nadal, que alcanzó esa ronda, con esa misma edad, en el Roland Garros de 2005.
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