Alcaraz y Sinner, en su último enfrentamiento en el Masters 1.000 de Indian Wells este año. | Jayne Kamin-Oncea

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Los de finales de los 90 por un lado, los de principios de los 2000, por el otro. Los del tenis ofensivo contra los estrategas del fondo de la pista. Las semifinales de Roland Garros de 2024 serán un duelo entre estilos y generaciones que tendrán como resultado una final inédita. El italiano Jannik Sinner, virtual número 1 del mundo, afrontará al español Carlos Alcaraz, tres, del ránking; el alemán Alexander Zverev, cuatro, se medirá contra el noruego Casper Ruud, siete.

El italiano Jannik Sinner y el español Carlos Alcaraz jugarán el duelo más vistoso, el que todos los espectadores esperaban ver desde que el sorteo cruzó sus trayectorias en semifinales, porque encarna la rivalidad que muchos proyectan ya que acaparará la mayor atención del tenis de los próximos años. Nacidos ambos en el nuevo siglo, ambos saben ya lo que es levantar un Grand Slam, han demostrado una enorme fortaleza tenística y mental y han nutrido de épica sus confrontaciones. París se frota las manos para ver sobre su tierra batida el duelo que protagonizaron en cuartos de final del Abierto de Estados Unidos de 2022, cinco horas y cuarto de batalla, una bola de partido levantada por el español y un éxito que le propulsó a ganar el torneo. De allí salió Alcaraz como el número 1 del mundo más joven de todos los tiempos y aquella gesta la apuntaló es año pasado con un segundo grande, levantado en Wimbledon contra el serbio Novak Djokovic.

El español jugará su segunda semifinal consecutiva en París, un torneo en el que su progresión ha sido ascendente. Tercera ronda en su debut en 2021, cuartos al año siguiente y semifinales el pasado, cuando los calambres le atenazaron frente a Djokovic. Este año llega con menos focos, una lesión truncó su gira sobre tierra batida y su destructor brazo derecho ha ido poniéndose a punto durante el torneo. Empezó timorato, pero a medida que superó rondas ha ido destellando la dinamita habitual, aunque su entrenador, Juan Carlos Ferrero, asegure que todavía está «al 95 %». Todo lo contrario le pasa a Sinner. Hace un año en París era uno más, un prometedor tenista que tenía todavía muchas mejoras que hacer sobre tierra batida, pese a que esa superficie le había sacado del anonimato en 2020, cuando alcanzó los cuartos de final.

En segunda ronda disputó cinco sets contra el correoso alemán Daniel Altmaier que acabó por mandarle a su casa, sin que la noticia supusiera un terremoto en el torneo. Este año todo es diferente, porque el italiano ha dado un salto cualitativo, traducido en su triunfo en el Abierto de Australia tras derrotar al ruso Daniil Medvedev en la final, secundado por el Masters 1.000 de Miami, lo que le acarrea más atención. Y, por si fuera poco, la retirada de Djokovic le convierte en el virtual número 1 del ránking. Sinner ha asumido ese nuevo papel. Por vez primera ha superado los cuartos del año de su debut y ahora tiene ante sí el duelo que puede abrirle la segunda final de un grande. El duelo viene cargado de altas dosis de incertidumbre. Están empatados a 4 victorias cada uno, los dos han ganado una vez en Grand Slam a su rival y ambos llegan tras superar una lesión truncó su preparación de Roland Garros.

Uno y otro han ido creciendo a medida que avanzaban en el torneo, ambos se han dejado un set camino de la semifinal y firmaron una sólida exhibición en su último duelo. ¿Quién es el favorito? Ninguno de los dos quiere ese papel y nadie es capaz de aventurarse con un pronóstico claro.

En el otro lado se afrontan dos tenistas que llevan años llamando a la puerta de un Grand Slam, pero que todavía no han conseguido. Ruud es más inesperado semifinalista de los cuatro, por mucho que haya jugado las dos últimas finales. Como en las pasadas ediciones, el noruego llega con una sorprendente hoja de servicios sobre arcilla, coronada con dos títulos, el de Barcelona y el de Ginebra, pero también como el jugador con más victorias del año, 39, también el que más tiene en la tierra batida, 21. Pero su fortaleza se resiente mucho cuando afronta a rivales de la parte alta del ránking, aunque este año puede presumir de haber batido a Djokovic en semifinales de Montecarlo, donde acabó perdiendo la final contra el griego Stefanos Tsitsipas.

El escandinavo, de 25 años, llegará al duelo de este viernes tras tres días sin competición, porque la retirada del serbio le dispensó de duelo de cuartos. Antes de empezar el torneo, Zverev era sin contestación el jugador más en forma del momento, porque venía de sumar en Roma su sexto Masters 1.000 y porque el resto de los favoritos habían sido muy irregularidades sobre tierra batida.

Pero con el paso de los partidos las cosas se han igualado. Aunque encadena once victorias, el alemán se enredó en dos duelos a cinco sets en tercera ronda contra el neerlandés Tallon Griekspoor y en octavos frente al danés Holger Rune, mientras que el nivel de otros jugadores ha ido en aumento.
Pero a sus 27 años llega en un gran momento de madurez a su cuarta semifinal consecutiva en París, en busca de su segunda final de un Grand Slam cuatro años después de la que perdió en Estados Unidos contra el austríaco Dominic Thiem.