En los aledaños de la Zona VIP, José Manuel Rodríguez Uribes, presidente del Consejo Superior de Deportes y ex ministro de Cultura y Deporte,se presentaba a Ion Tiriac, uno de los grandes nombres del tenis mundial. El empresario rumano lucía una gorra con el eslógan trumpista Make America Great Again, algo en lo que el sonriente político español pareció no reparar.
En un nivel más terrenal, los aficionados mallorquines al tenis y seguidores de Rafael Nadal no se quisieron perder esa cita histórica de Málaga a pesar de la incertidumbre no resuelta hasta el último momento si el campeón de Manacor iba a saltar a la pista del Martín Carpena o no.
Las instituciones estuvieron representadas por el conseller de Turisme, Cultura i Esports, Jaume Bauzá, quien expresó su orgullo «por representar al Govern en un día tan señalado para el deporte balear y esperemos que Nadal se retire con una victoria».
No podía faltar en Málaga Alberto Tous, el primer gran tenista mallorquín, y que en la misma mañana del martes tuvo una reunión de la Federación Española de Tenis. Tous comentó sentirse «sorprendido porque no pensaba que Rafa iba a jugar, pero si salta a la pista es porque está en condiciones».
Dos de los mejores amigos del tenista de Manacor, Joan Suasi y Tomeu Salvà, tampoco se quisieron perder este histórico día y confesaban su sorpresa. «No esperábamos que fuera a jugar, pero en la vida hay que tomar decisiones», comentaba Suasi.
Antonio Cordonnier y Armando Castillo son dos grandes aficionados que vinieron acompañados por sus esposas, Fabiana Corroto y Laura Nobleza. «Como tenemos ascendencia de Argentina e Italia y también somos mallorquines tenemos un poco dividido nuestro corazón, pero hoy es un día para Rafa», comentaban.
Las hermanas Gracia y Francisca Romero vieron ganar ya a Nadal su primer Masters 1000 en el año 2005 en la final de Mzdrid disputada ante el croata Ivan Ljubicic. «Hemos sufrido y disfrutado mucho con él durante todos estos años y sólo tenemos palabras de agradecimiento».
Abelardo Oleano, vicepresidente segundo de la Federación Balear de Tenis y candidato a la presidencia en las elecciones conovocadas para dentro de unos meses, vaticinaba un día «lleno de emociones porque a lo largo de todos estos años, además de sus éxitos deportivos, Rafa se ha hecho querer».
En las gradas, la familia de Nadal vivía con la lógica pena y resignación el devenir del partido y Carlos Moyà no podía ocultar la tristeza al ver que la victoria iba a ser un imposible. De Bill Gates y Obama ni rastro. Tampoco se vio a Novak Djokovic y Roger Federer, que publicó una carta en sus redes demostrando una vez más que la clase se le cae de los bolsillos.
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