Rudy Fernández y Rafael Nadal, cuatro lustros de éxitos.

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Este año que comienza va a tener dos ausencias sobresalientes en el deporte mallorquín. No son los dos únicos grandes deportistas de la Isla que han puesto fin a su brillante carrera deportiva en 2024, pero sí son los dos más conocidos y con sendos palmarés al alcance sólo de los elegidos.
Rafael Nadal (38 años) y Rudy Fernández (39) dejan la competición del más alto nivel después de 20 años de triunfos, reconocimientos, pero también de derrotas y sufrimiento como es inevitable después de cuatro lustros al más alto nivel. En 2004, ambos deportistas lograron sus primeros éxitos. El ‘manacorí’ levantaba su primer título ATP (acabaría con 92) tras ganar la final de Sopot. Por su parte, el palmesano’ era elegido el jugador más valioso de la Copa del Rey a pesar de que su equipo. El Joventut, perdiera la final.

A partir de ese momento los dos deportistas siguieron destacando hasta alcanzar la cima. 2008 iba a ser un año clave en ambos ya que el 6 de julio Nadal lograba su victoria de más renombre al derrotar en al final de Wimbledon a Roger Federer en un partido considerado por muchos como el mejor de la historia que ha dado pie a varios libres y documentales mientras que Rudy, apenas tres meses después, debutaba en la NBA con Portland Trail Blazers y anotaba la mejor marca de un jugador español en su primer partido, 16 puntos. Algo en lo que ambos deportistas han coincidido también ha sido en saber reinventarse. El escolta se caracterizaba en sus primeros años por su capacidad atlética y su tiro exterior, pero con el tiempo se convirtió en un excelente defensor cuando los ‘muelles’ ya no estaban tan engrasados. Por su parte, Nadal basó buena parte de su carrera en su portentoso físico, pero cuando las lesiones comenzaron a hacer mella, fue capaz de variar su estilo de juego siendo más agresivo para acortar los puntos y no desgastarse tanto. Algo que es fácil decir, pero sólo reservado a los elegidos o a los que trabajan y tienen la determinación de buscar soluciones a los problemas que van surgiendo.

La espalda ha sido el talón de Aquiles de Rudy en su trayectoria, mientras que en el caso de Nadal sus lesiones han sido tan variadas que salvo el codo y la muñeca, que se sepa, prácticamente ha tenido problemas en el resto de su cuerpo, sobre todo en su pie izquierdo con su síndrome de Müller-Weiss, que estuvo a punto de retirarse del tenis en los albores de su carrera. En la aventura de la NBA, el ‘5’ logró ser el 16 de abril de 2009 el ‘rookie’ que más triples anotaba en una temporada en la NBA al conseguir 159, anotando por lo menos un triple en 72 de 78 partidos de liga (se perdió cuatro por lesión). A esas alturas, Nadal ya tenía 6 Grand Slams, el último logrado en el Open de Australia. En febrero de ese año recibía el Premio Príncipe de Asturias, logrado por Rudy tres años antes como integrante de la selección española de baloncesto vencedora en el Mundial de Japón.
El 17 de diciembre de 2010 el escolta de Portland lograba su mayor anotación con 26 puntos en la NBA. Ese año había sido hasta la fecha el más exitoso de Nadal al conquistar tres de los cuatro Grand Slam, algo que no podría volver a repetir.

2011 supuso el último año completo de Rudy en la NBA. La falta de minutos y la añoranza de España supusieron hacer las maletas y regresar al baloncesto europeo. En la campaña 2011/12, el lock out o cierre patronal al no llegar la NBA a un acuerdo con los jugadores en cuanto al convenio colectivo y quedar los jugadores de en libertad para fichar con cualquier equipo del mundo. A pesar del interés del Barcelona, ingresó en las filas del Real Madrid antes de volver a Denver para vivir sus últimas experiencias en la NBA. En la campaña 2012/13 fichó por 3 temporadas con el conjunto blanco y su estreno no pudo ser más exitoso al ganar la Supercopa frente al Barça y ser nombrado MVP. Comenzaba una de las épocas más exitosas del Real Madrid con Rudy como jugador clave en ambas zonas. Mientras, Nadal seguía acumulando victorias y títulos.

Las lesiones lastraron las campañas de 2015 y 2016 en las que no consiguió ningún gran título. Sin embargo, su amigo vivía una de sus mejores temporadas al conquistar los cuatro títulos en juego: Supercopa, Copa del Rey (en la que por tercera vez fue elegido el mejor jugador, algo nunca logrado hasta la fecha), Euroliga y Liga. Un póker histórico con Rudy como uno de los grandes protagonistas.
Nadal volvía a la senda de los triunfos en el Roland Garros de 2017, al que le siguió su tercer Open de Estados Unidos. Con su victoria en París superaba los 14 Grand Slams de Pete Sampras, algo que parecía imposible y ya se erigía como uno de los mejores jugadores de la historia junto a Federer y Djokovic, que por aquel entonces aún no había explotado su tiranía.
Por su parte, Rudy seguía acumulando títulos con su club, del que ya era un más que consagrado capitán.

Se acercaban los últimos años de carrera de ambos y las lesiones comenzaban a mermar la capacidad de estos dos ‘monstruos’. La muñeca, codo y el tobillo se sumaron a su maltrecha espalda, aunque eso no impidió que siguiera ayudando al equipo tanto dentro como fuera de la cancha. Nadal vivió su último gran año en 2022 con su victoria en Australia frente a Daniil Medvedev y su 14º título de Roland Garros, el 22 de Grand Slam, logrado tras vencer desde octavos de final a Auger-Aliassime, Djokovic, Zverev y Ruud, todos ellos mejor clasificados que él en ese momento.
A pesar de los esfuerzos por volver a la competición, el cuerpo de Nadal dijo basta agravado por la lesión en el psoas.

Ambos jugadores, que habían logrado con España grandes triunfos, (Nadal cinco Copa Davis y dos oros olímpicos) y Rudy 4 Eurobasket, dos Mundiales y tres medallas olímpicas, vivieron en los Juegos Olímpicos de París sus últimas victorias, aunque sin medallas. Rudy se convertía en el único jugador de baloncesto en disputar seis citas olímpicas, mientras que Nadal regresaba por última vez al lugar donde la historia del tenis más le recordará. Hasta el último momento, ambos lucharon hasta la extenuación para dar lo mejor de sí mismos. Ahora, con sus familias, quizás rememoren sus carreras en uno de los restaurantes Tatel repartidos por el mundo, de los que son accionistas.