Muchos jóvenes residentes en las islas se inician en el mercado laboral con un trabajo en el sector turístico. Por un lado, contribuyen a paliar la escasez de personal en el sector. Por otro, encuentran un empleo atractivo si les gusta trabajar de cara al público, hablar idiomas y conocer a gente de otros lugares. Además, muchos viven en casa de sus padres, trabajan los meses de temporada alta y cobran un sueldo que les parece espectacular. Por convenio, recepcionistas, camareros/as, animadores/as están bien remunerados y con ese dinero pueden permitirse algunos caprichos o ahorrar para el invierno. A partir de ahí se abre una disyuntiva, quedarse en el sector o seguir su formación para dedicarse a algo diferente.
Si se quedan en el sector turístico su futuro probable será un contrato fijo-discontinuo con un calendario cíclico anual: empezar la temporada en febrero-marzo, trabajar intensamente en verano, y acabar agotado/a en septiembre-octubre. En temporada baja es el momento de recuperarse y retomar proyectos personales. Para sostener esta dinámica en el tiempo es importante reducir la intensidad del trabajo en temporada alta y hacer más atractivo para el personal incorporarse unas semanas antes o alargar la temporada.
Si las empresas quieren atraer y mantener una fuerza laboral motivada y saludable es de suma importancia mejorar algunas prácticas de recursos humanos, y con ello afrontar algunos retos actuales del trabajo en el sector turístico:
El ritmo y sobrecarga de trabajo en temporada alta resulta agotador para gran parte del personal, que acumulado durante años suele traducirse en dolor muscular, ansiedad, insomnio y agotamiento. Es importante que las empresas revisen las cargas de trabajo y la presión del tiempo estableciendo estándares razonables, ajusten la dotación de personal a la demanda del negocio para garantizar así la salud, la seguridad y la calidad de servicio.
La inestabilidad laboral. Las empresas turísticas son sensibles a cambios de la demanda, crisis económicas y sociopolíticas y preferencias de los clientes, lo cual hace difícil prever el número de meses o de horas de contrato y los ingresos económicos. Esta inestabilidad puede generar inseguridad económica y estrés, así como la búsqueda de trabajo en otros sectores más estables. En la medida de lo posible, el sector debe promover contratos estables, proporcionar salarios dignos, y aumentar la calidad del empleo.
Las opciones de desarrollo profesional. El turismo ofrece muchos puestos de trabajo a nivel operativo, pero las opciones de desarrollo profesional en puestos más cualificados, con mayor responsabilidad y mejor sueldo son limitadas. Será relevante rediseñar y enriquecer los puestos de trabajo con sentido, autonomía y participación; implementar programas de evaluación del desempeño, reconocimiento y desarrollo profesional; mejorar las habilidades de liderazgo y el apoyo social por parte de líderes y compañeros/as; así como la formación en habilidades técnicas y sociales.
El trabajo es un pilar esencial de la calidad de vida. Si los jóvenes no perciben que el trabajo turístico les garantiza ingresos suficientes para poder emanciparse y desarrollar su proyecto de vida; les permite conciliar la vida laboral, familiar y personal disponiendo de tiempo libre y/o energías para disfrutar de su vida familiar y social; y les permite desarrollarse personal y profesionalmente será difícil atraerlos a este sector. Y está en juego la sostenibilidad del turismo y de la sociedad en la que se inserta.l