Hoy día, la sociedad vive un continuo cambio provocado por diversos factores: la globalización de los mercados, la desaparición de fronteras, los movimientos migratorios, la revolución tecnológica o la propia evolución de la sociedad que conducen a los individuos a un nuevo paradigma. Mientras desaparecen empleos tradicionales, también surgen nuevas profesiones.
La productividad de las empresas se mantiene en ascenso, mientras la creación de empleo continua desplomándose. Este patrón se vive en la mayor parte de países desarrollados como una contradicción que responde a dos factores: la evolución de los modelos productivos y la automatización de un gran número de profesiones tradicionales.
Uno de los elementos claves que influyen en este vertiginoso proceso de transformación ha sido el desarrollo y uso masivo de las tecnologías emergentes. Estas herramientas están produciendo un continuo intercambio de información y experiencias en webs, foros o redes sociales que genera un valor intangible para los individuos.
La implantación de las nuevas tecnologías, al contrario de lo que pueda parecer, no destruye empleo, sino que lo transforma. De igual forma que en el pasado la mano de obra emigró masivamente del campo a las fábricas, el progreso está sustituyendo profesiones que históricamente parecían inmutables pero que, probablemente, acabarán por convertirse en un fenómeno minoritario y residual.
A partir de estos cambios, vinculados a los avances tecnológicos, están surgiendo nuevos perfiles profesionales que las empresas comienzan a demandar. Aunque se trata de empleos de carácter eminentemente técnico, el futuro de la tecnología es multidisciplinar. También se nutrirá de disciplinas vinculadas a otras ramas del saber, como las Humanidades, las Ciencias Sociales o las Bellas Artes. La diferencia es que los profesionales vinculados a ellas deberán adquirir nuevas habilidades para poder acceder a estos yacimientos que ofrecen nuevas oportunidades de empleabilidad y que dan respuesta a las nuevas necesidades surgidas en la sociedad del conocimiento y de la información. De entre ellas, cabe destacar:
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Diseñador de contenidos web.
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Programador de aplicaciones para móvil.
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Gestor de robots.
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Diseñador de “nubes”.
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Analistas y auditores de seguridad informática.
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Ingeniero de objetos inteligentes.
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Community Manager. Gestor de comunidades virtuales de las organizaciones.
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Experto SEO (Search Engine Optimization) y SEM (Search Engine Marketing).
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Responsable de e-Commerce para gestionar el comercio online.
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Consultor de e-Business.
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Profesional de la asistencia integral a la tercera edad.
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Ingeniero de vehículos orientados a la sostenibilidad del medio ambiente.
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Ingeniero de eficiencia energética.
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Expertos de seguridad en Cloud Computing.
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Desarrollador de animación en 3D y de videojuegos.
Los perfiles profesionales emergentes también provienen de sectores donde se esperan grandes avances, como el turismo cultural, la biomedicina, la ingeniería genética, la biotecnología, la robótica, la agricultura biológica o el sector aeronáutico. Por último, existe la necesidad de generar perfiles con vocación emprendedora, y facilitar el autoempleo de cara a configurar una comunidad empresarial competitiva. Ello no sólo depende de políticas, sino también de fomentar el espíritu emprendedor en todas las fases de aprendizaje.
José Luis del Olmo Arriaga. Director de Postgrado y Extensión Universitaria. Universitat Abat Oliba CEU.