Basta con creer que puedes hacer algo para tener medio camino recorrido. Y es que sólo encontrará soluciones a los problemas aquél que las busque, y únicamente las buscará aquél que crea que puede encontrarlas.
El optimista cree que todo tiene un lado bueno, que todo sucede por algo. El optimista convierte los problemas en un reto y de ahí se alimenta su motivación. Pero si dentro de nosotros sólo hubiera miedo y pensáramos nada más en los riesgos, estaríamos paralizados. Desde la confianza del optimista es posible la acción y por ello no parará hasta encontrar soluciones, pues está convencido de que las hay. ¡Los optimistas son ciudadanos activos!
Parece lógico pensar que las organizaciones quieren a gente optimista. ¿Quién querría tener un compañero que siempre dijera cosas como estas: «No importa lo que hagamos; los demás siempre lo harán mejor», «si algo puede salir mal, saldrá mal», «no sigamos, está todo inventado», «lo más probable es que nos equivoquemos», «dejémoslo aquí antes de que empeore»? ¡Los pesimistas siempre tienen un problema para cada solución!
Varios estudios americanos han demostrado que existe una relación directa entre el optimismo y los resultados obtenidos. La investigación llevada a cabo por el psicólogo Snyder, en la Universidad de Kansas, concluye que «los estudiantes con un alto nivel de expectativas se proponen objetivos elevados y saben lo que deben hacer para alcanzarlos».
El profesor Goleman añade que el optimismo y la esperanza impiden caer en la apatía, la desesperación o la depresión frente a las adversidades. Los pesimistas consideran que los contratiempos constituyen algo irremediable y asumen que no hay nada que ellos puedan hacer para que las cosas salgan mejor y, por tanto, no hacen nada para cambiar el problema.
¿Podemos aprender a ser más optimistas? Los músculos se entrenan con pesas, el cerebro lo hace mediante procesos de aprendizaje. Nuestros pensamientos afectan a nuestros sentimientos y la combinación de ambos generan nuestras expectativas. Ya hemos visto antes que las expectativas influyen en nuestra actitud, comportamiento y resultados. Una forma de empezar a entrenar el optimismo es poniendo atención en nuestros pensamientos y combatir cada pensamiento negativo con uno positivo!
¡Pon un optimista en tu vida! Si quieres mejorar tu estado de ánimo puedes hacer deporte, hacer un viaje o comerte un buen helado pero no hay nada mejor que rodearte de gente optimista y alegre. El optimismo se contagia!
Las empresas necesitan ese soplo positivo, y lo saben, y por ello buscan focos de contagio de optimismo. No hay ningún gran líder pesimista. Ahora, más que nunca, generar y mantener la motivación es un aspecto muy valorado por los directivos y responsables de RR.HH. Ellos, al igual que nosotros, buscan poner un optimista en su vida!
Maite Vallet Ochoa. Socia de Barna Coaching Group. Coordinadora Talleres Autoconocimiento y Optimismo UAO CEU.