Un momento de la actuación de Monstruas Impro durante la gala. | M. À. Cañellas

Los Premis Gastronòmics Mallorca de este año reconocen una amplia oferta de excelencias culinarias que podemos disfrutar en nuestra Isla. Esta segunda edición está encaminada a celebrar y reconocer la excelencia gastronómica alcanzada por nuestros establecimientos y profesionales. Su objetivo no consiste tan solo en identificar un apreciable y justificado mérito individual. Pretende ir algo más allá y galardonar también el trabajo de los con frecuencia ignorados productores, cuya tarea fundamenta la base del quehacer destinado al objetivo culinario.

La complejidad y diversidad de las diferentes labores que dan forma al hecho gastronómico comparten finalidades que deben integrarse y armonizarse para lograrlo. Reconocerlo mediante estos premios ha obligado a contemplar tres categorías distintas, aunque convergentes, para acreditar de modo cumplido los méritos de los diversos premiados. Las tres áreas escogidas para la presente edición han sido dedicadas respectivamente al singular papel protagonizado por los establecimientos conocidos con el nombre de Bar, a la Promoció Agroalimentària y a la Cuina i Gastronomia. La primera y la tercera han ofrecido seis distinciones, mientras que la segunda ha presentado siete.

El más habitual de estos capítulos es el destinado a Cuina i Gastronomia, cuyos seis premios han laureado cuatro profesionales y dos restaurantes. Sus distinciones han considerado la tarea de una maître o cap de sala y tres cocineros. De uno se ha premiado su categoría como chef, de otro su dilatada trayectoria profesional y al tercero el esperanzado futuro de que continúe por el camino empezado. De los dos restaurantes uno ha obtenido el reconocimiento por su bien hacer y el otro por su igual excelencia en el estimado y entrañable ejercicio cotidiano de la cocina tradicional mallorquina. En este caso, más exactamente, poblera.

En la categoría de Bar se ha primado esta manera peculiar, y ahora de moda, de entender una forma gastronómica especial. Es un modelo típico de mercados, ferias, festividades populares y romerías. Sus platos solían ser más bien tentempiés de proximidad, sencillos, con frecuencia improvisados, de consumo rápido y breve. Ahora se improvisan menos, ganan en elaboración y sus tiempos suelen alargarse. Algunos aprecian la inmediatez del contacto que permiten u obligan, a veces excesivo e incómodo, pero aceptado e incluso buscado por otros. Los seis premios de ésta área han reconocido otros tantos establecimientos, cada uno de los cuales brilla por un aspecto concreto de sus propuestas. En ellos caben desde sus variats, llonguets o pans amb olis, a las ideas que les guían, el servicio que brindan o la coctelería servida.

La Promoció Agroalimentària, cuya importancia es ocioso señalar en los tiempos que corremos, ha otorgado siete distinciones. Reconocen la actividad del meritorio mecenazgo y patrocinio del producto local y sus resultados materiales, así como la mejor respuesta demostrada por la iniciativa empresarial. En este sentido se han galardonado trayectorias de equipos laborales de un horno, una pastelería, una bodega o una quesería. Solo en un caso, plenamente justificado, se ha personalizado en Miquel Calent el reconocimiento de su larga y provechosa trayectoria como divulgador y promotor de la gastronomía isleña.