Durante los últimos 30 años las operaciones para solucionar los defectos de refracción ocular (miopía, hipermetropía, astigmatismo y presbicia) han conseguido grandes avances y son pocos los casos en que no puedan aplicarse. Las operaciones con Láser han liderado este campo de la cirugía ocular, pero no son las únicas que se emplean, y, en algunos casos, las lentes intraoculares obtienen resultados superiores a los del Láser.
Las lentes intraoculares con las que se tiene más experiencia son las denominadas ICL, que se vienen implantando desde hace más de 25 años, habiéndose superado el millón de lentes implantadas en el mundo. España es uno de los países con más experiencia en estas lentes. Su diseño ha ido cambiando en varias ocasiones para reducir sus escasos riesgos. Las ICL se parecen a las lentes de contacto, y de ahí viene su nombre (Implantable Contact Lens). Son de un material blando muy flexible (colámero) y totalmente biocompatible (no hay casos de rechazo), y se colocan detrás de la pupila sobre el cristalino. Pueden corregir miopía (hasta 20 dioptrías de defecto), hipermetropía y astigmatismo, y también recientemente la presbicia.
Generalmente se habían reservado para defectos refractivos altos o para personas en las que su grosor corneal insuficiente impedía el tratamiento con Láser (el Láser adelgaza la córnea para corregir la miopía, de forma proporcional a la cantidad de dioptrías a corregir), pero ahora se ha ampliado su uso para todo tipo de defectos debido a la alta calidad visual que proporcionan. En algunos casos se emplea una combinación de implante de ICL y tratamiento con Láser en el mismo ojo. La edad ideal de implantación es después de los 21 años y antes de los 45, pero excepcionalmente se han implantado fuera de este rango. El defecto a corregir debe haberse estabilizado y no haber sufrido variación por lo menos durante el año previo.
Se introducen en el ojo a través de una pequeña incisión valvulada, de menos de 3 mm, que casi nunca hay que suturar, bajo anestesia tópica (gotas) casi siempre. La cirugía es
muy corta (10-15 minutos) y no precisa ingreso en clínica (ambulatoria). La recuperación visual tras la intervención es muy rápida, y casi siempre se consigue que el paciente vea sin gafas mejor que lo que veía antes con sus gafas.
Son invisibles tanto para el paciente como para las personas de su entorno, y no se notan en absoluto. Tienen un filtro para la luz UV (ultravioleta). Una diferencia con respecto a las operaciones con Láser es que la cirugía con las lentes ICL es potencialmente reversible. Las lentes pueden extraerse con relativa facilidad. Para hacer el estudio preoperatorio se recomienda evitar el uso de lentes de contacto durante la semana previa.
Resumiendo, con estas lentes intraoculares se consigue la más alta calidad visual y satisfacción de los pacientes, superando a otros procedimientos de cirugía refractiva. El riesgo de sequedad ocular secundaria a la operación es muchísimo inferior al de las operaciones con Láser. Son totalmente compatibles con profesiones en las que se precisa alto rendimiento físico: militares, cuerpos de seguridad, deportistas profesionales, pilotos, buzos, bomberos, etc. El ejército de los Estados Unidos las ha aprobado para poder ser empleadas en los marines y otros cuerpos.