El suelo pélvico es una estructura poco conocida, de la que muchos piensan que solo lo tienen las mujeres o solo tienen problemas de suelo pélvico las mujeres. Nada más incierto. Los problemas de esas estructuras pueden afectar a mujeres que han parido o que con la edad pierden tono muscular, pero también a hombres operados de próstata o a muchos pacientes víctimas de estreñimientos importantes.
Francisca Terrasa, una de las fisioterapeutas de la Unidad de Suelo Pélvico del Hospital Juaneda Miramar, lo define, tanto en hombres como en mujeres, como «el conjunto de estructuras (ligamentos, músculos, fascias) que se alojan en la zona pélvica y que tienen diferentes funciones, como sostener los órganos pélvicos e intervenir en los procesos de micción y defecación y en la función sexual».
La Unidad de Suelo Pélvico del Hospital Juaneda Miramar tiene por objeto «tratar o prevenir las patologías derivadas de una disfunción de suelo. Principalmente, tratamos la incontinencia urinaria, pero también la incontinencia fecal o de gases, dolores pélvicos… También tratamos problemas como prolapsos de órganos pélvicos».
Otro de los objetos de estas consultas es la atención «a las dispareunias (dolor en las relaciones sexuales), dolor pélvico crónico, cicatrices en el post parto, diástasis abdominales (separación excesiva de los músculos rectos abdominales) que pueden darse tras el embarazo, pacientes derivados desde ginecología, urología o coloproctología».
Una vez derivado el paciente desde el especialista médico, y conocida la enfermedad que causa el problema, en este caso del suelo pélvico, el fisioterapeuta «realiza una valoración postural y después una valoración más analítica de los músculos implicados en estas disfunciones, en ocasiones auxiliado por un ecógrafo». «El uso del ecógrafo es para poder individualizar y programar el tipo de ejercicio que será indicado para cada paciente según la activación y el funcionamiento de sus músculos estudiados. No es para realizar ningún diagnóstico, sino para conocer el orden de activación y visualizar el movimiento muscular», explica la fisioterapeuta.
Con este conocimiento y esa valoración «sabemos que el ejercicio que le vamos a indicar al paciente, para que luego lo haga en casa, es el ideal para cada caso». Hay que saber, «cómo reacciona a las presiones, cómo contrae los músculos y con esa valoración se hará más hincapié en el tratamiento en una estructura o en otra», señala Francisca Terrasa.
Entre los casos más conocidos que tratan los fisioterapeutas especialistas en suelo pélvico están las incontinencias urinarias de esfuerzo (la pérdida de orina ante esfuerzos como toser, saltar…) «un problema que tiene mucha demanda, normalmente en pacientes diversos: mujeres en post parto, mujeres mayores o en varones tras la cirugía de próstata (prostatectomía), en los que también puede darse».
Las técnicas que se aplican varían en cada caso, en función de las estructuras que fallan, pero «en general se utiliza la terapia manual para normalizar todos los puntos de tensión que se puedan encontrar, también a nivel abdominal (muy relacionado con el suelo pélvico)». Se recomienda mucho ejercicio terapéutico, para lo cual «necesitamos que la persona sea muy colaboradora y responsable de su tratamiento».
Se utiliza el biofeedback: «En los casos en que la persona no reconoce la musculatura afectada, con una sonda electromiográfica se sabe si los músculos que se están estudiando se están contrayendo o relajando, si su tono aumenta o disminuye», de modo que se luego se puede modificar la actividad fisiológica.
En los casos en los que la activación es muy deficiente «se puede utilizar —siempre de acuerdo de las explicaciones de la fisioterapeuta Francisca Terrasa— la electroterapia, para ayudar a estimular los músculos». En general, «se realiza un trabajo en camilla, para trabajar y localizar de forma analítica y luego un trabajo más activo, pasando de camilla a estar de pie y realizar ejercicios más funcionales».
Estos ejercicios se intenta que se parezcan cada vez más a actividades de la vida cotidiana, a los que se adapta al paciente a medida que va ganando fuerza. Normalmente, los tratamientos de fisioterapia se llevan a casa, en forma de ejercicios que hay que realizar con diligencia, pero también, una vez solucionado el problema, o para prevenirlo, se recomiendan muchas acciones de autocuidado:
«El autocuidado —señala Francisca Terrasa— es muy importante para evitar este tipo de disfunciones. Si tenemos unos hábitos más correctos se evitarán muchas de estas patologías, porque están muy relacionadas con la calidad de los tejidos de cada paciente, pero también el tipo y los hábitos de vida, como se va al baño, se orina y/o se va de vientre, hábitos que son de toda una vida y que condicionan bastante.»
Otro elemento a tener en cuenta es la postura: «Es muy importante y es algo que normalmente no valoramos. La postura es determinante de que esté todo más activo, que funcione el abdomen, la musculatura que nos ayuda en el soporte de la espalda y del vientre. Lo ideal —añade la fisioterapeuta— sería no esperar a los síntomas, sino hacer un autocuidado y una prevención».
En ese sentido, añade, «es muy importante darle valor a cosas que parecen banales, pero que no lo son, como aguantarse muchas horas las ganas de ir al baño, o también, ir con demasiada frecuencia: siempre se aconseja un máximo de 3 o 4 horas entre micciones (teniendo en cuenta lo que se haya bebido) y es muy importante no ir estreñidos», es decir, defecar con regularidad y naturalidad.
«Las personas que están estreñidas —explica la fisioterapeuta— hacen empujes de manera gratuita y dando demasiada presión a la zona, lo que luego puede producir disfunciones. Esa zona está preparada para que empujemos alguna vez, de un modo muy eventual, pero no para estar haciéndolo todos los días, o varios días no, y llega ese día horrible, porque además se va distendiendo el recto y eso es malo también».