Cuando llega el invierno y, con él, las bajas temperaturas, es muy habitual notar un molesto y constante lagrimeo cuando estamos en el exterior. Esto se produce porque la superficie del ojo, compuesta principalmente por la conjuntiva y la córnea, necesita estar muy bien hidratada y lubricada para estar en optimas condiciones. Sin embargo, el frio y el viento hace que dicha humedad se evapore. No obstante, nuestros ojos tienen un mecanismo de defensa fisiológico innato para protegerse: volver a hidratarse con la producción de lágrimas.
Si los ojos lagrimean por frío y no hay otro síntoma, es normal y no habría por qué preocuparse. Sobre todo, si lo experimentamos cuando hay una bajada drástica de las temperaturas como en estos últimos días.
Además del lagrimeo hay otras molestias visuales típicas del invierno las conjuntivitis víricas a consecuencia de los virus que provocan los procesos gripales, el picor, la sensación de quemazón o la irritación. Para combatirlos, es de gran importancia seguir ciertas pautas para intentar que nuestros ojos sufran lo menos posible y ayudarnos a conseguir una buena salud visual.
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Incrementar la hidratación. Para evitar esas molestias de sequedad, es recomendable utilizar lágrimas artificiales sin conservantes para lubricar la superficie ocular. Así evitaremos picor, irritaciones o sensación de ardor en el ojo.
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Utilizar gafas de sol. Y no solo en verano. Si tus ojos van a sufrir una fuerte exposición al frío y al viento, es conveniente protegerlos con unas gafas adecuadas, homologadas, con filtros adecuados y adquiridas en centros especializados. De esta manera, se evitarán problemas en la córnea como la conjuntivitis o queratitis.
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No frotes tus ojos. Si entra un cuerpo extraño en nuestros ojos debido al viento u otro agente, debemos evitar frotar. Lo mejor es lavarlo con suero fisiológico y tratar la zona con cuidado, evitando así problemas mayores.
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Controla la humedad de los ambientes. Utiliza un humidificador en casa o en las zonas de trabajo para evitar la sensación de sequedad y picor que estos ambientes generan.
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Beber mucha agua. Otra forma de mantener los ojos hidratados es bebiendo agua. Los buenos hábitos también se reflejan en nuestra salud visual, por lo que es importante mantener los niveles de hidratación en nuestro organismo para que los ojos no se vean afectados por una falta de líquido.
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Aumentar el parpadeo. Parpadear más y de manera más constante, especialmente en momentos de lectura o durante el uso de aparatos electrónicos, facilitará la hidratación natural del ojo y evitará la sensación de fatiga visual o sequedad.