Ha sido el rostro visible de la primero criticada, y después anhelada y presumida Facultad de Medicina. Miquel Roca (Palma, 1953) dejará la primera línea del decanato el próximo 11 de septiembre. Aunque el también catedrático de Psiquiatría de la Universitat de les Illes Balears (UIB) seguirá en docencia e investigación y tiende una mano al equipo que les releva, que encabezará el microbiólogo Toni Bennàssar.
Empezó en 2018, ¿ya le tocaba?
—Al empezar nuestro compromiso era que estaríamos hasta que terminara la primera promoción, pero a petición del rector, tanto las vicedecanas Margarita Gili y Catalina Picó como la secretaria académica, Francesca Garcias y yo seguimos un año más. Esto cansa mucho —ríe— y ya hemos estado algo más de lo que toca. Está bien saber dejar las cosas y que venga alguien nuevo. Gestionar todo esto no ha sido fácil. Pero igualmente nos hemos comprometido a ayudar a los que entran.
¿No se harán votaciones para elegir al nuevo equipo?
—La junta de la Facultad se está montando todavía por lo que al nuevo decano lo designa directamente el rector. No entra en proceso electoral porque se está constituyendo.
¿Se lleva un buen sabor de boca de su paso por el decanato?
—Claro, hemos visto salir dos promociones, 120 médicos. Nos vamos encantados y contentos. En cada curso nos hemos enfrentado a algo nuevo, desde la ciencia más básica a la más clínica. Además, hemos estado en constante contacto con el sistema de salud y la relación con ellos ha sido impecable.
¿Y con la UIB?
—A través de la UIB se han ido incorporando como asociados nuevos médicos, hemos tenido tres o cuatro personas por cada plaza. Esto ha hecho que se incrementara la investigación, se han hecho muchos doctorados, ha habido sinergias con el IdiSBa, hemos estrenado un centro de simulación que más allá de los estudiantes, también ha servido para los residentes y para dar formación continuada a diferentes grados... También fue muy interesante poner en marcha la sala de disección.
¿Han estado bien financiados?
—Se ha recibido un buen presupuesto, no se ha agotado ni de lejos, fundamentalmente porque hemos empezado la acreditación del profesorado y es muy duro. La estabilización de docentes titulares y catedráticos de universidad es algo que tenemos que hacer de forma progresiva y sólida, aunque los asociados seguirán siendo esenciales.
¿Alguna cuenta pendiente?
—Las prácticas se hacen, obligatoriamente, en todos los hospitales para que conozcan todo el sistema de salud. Acabamos de involucrar Son Llàtzer, Inca y Manacor y ahora inauguraremos
Can Misses y Atención Primaria de Eivissa. En un futuro la idea es extenderse a Menorca, porque es la facultad de todas las Islas.
¿Se desvinculará ahora de la dirección?
—Nos han pedido que, al ser tan complejo, demos una mano con las pruebas de Evaluación Clínica Objetiva Estructurada (ECOE) que son en el último curso, en las que los estudiantes se enfrentan a diferentes situaciones clínicas. Y nos hemos comprometido a ayudar.
¿Hace una valoración de estos años?
—Han sido intensos pero muy alegres. Hemos puesto en marcha una infraestructura que de aquí a 50 o 100 años seguirá sacando médicos. Hemos pasado de antes discutir si era necesaria y ahora nos piden subir el número de plazas, que ya hay 9 más para el año que viene. Hay que mirar hacia adelante.