La punción ecoguiada, que es una técnica enfermera avanzada, consiste en localizar con la imagen ecográfica las venas o arterias que se quieren pinchar. Esta imagen (inocua, ya que es sin radiación) permite detectar el punto a pinchar, salvando los obstáculos que puedan presentar pacientes en los que las venas o arterias sean difíciles de localizar. El uso del ecógrafo en diferentes procedimientos de acceso vascular se ha convertido en una técnica de excelencia para los profesionales de enfermería que en Juaneda Hospitales se potencia, como se hace con todas las capacidades profesionales de este colectivo, tanto desde la perspectiva asistencial y clínica como de gestión de servicios y casos.
«A un paciente al que se va a dializar —explica Arsenia González— hay que realizarle una fístula arteriovenosa en un brazo, un acceso vascular que se usa en diálisis y que es el de elección porque permite a los pacientes desarrollar las medidas higiénicas y normales con mayor facilidad. Lo que se hace es quirúrgicamente se juntan una arteria y una vena». «De este modo —continúa— la vena adquiere características de arteria y eso nos permite tener flujos de sangre más elevados, que es lo que necesita la máquina a la que se conecta al paciente para poder hacer la diálisis adecuadamente. Los pacientes necesitan eso o un catéter (en el cuello), que tiene inconvenientes, como son las infecciones».
Arsenia González, supervisora de la Unidad de Hemodiálisis de Juaneda Hospitales, dirige un equipo de enfermeras con competencias avanzadas en el uso de la imagen ecográfica en el control y las punciones de las fístulas de pacientes dializados
«El catéter queda colocado y abierto (aunque protegido en la medida de lo posible) y es por ello punto de riesgo de entrada de patógenos. Sin embargo, el acceso a la fístula se punciona y cicatriza entre sesión y sesión, por lo cual es mucho más segura, aunque tiene que madurar desde el momento que se hace, durante varias semanas», añade la experta. «Dado que la 'musculatura' de la vena es más fina que la de la arteria, hasta que se iguala al consolidarse la fístula, hay que ir con cuidado, las punciones pueden romperla y hacer hematomas, extravasaciones y otros problemas; para eso usamos el ecógrafo, que permite ver exactamente la fístula, por dónde vas a pinchar y ver cómo entra la aguja en la vena.
«Sin ecografía —sigue explicando Arsenia González— hay que palpar y fiarte del tacto, no ves in situ, y a pesar de la larga experiencia que tenemos, en ocasiones es difícil acertar, ya que hay fístulas que tardan en desarrollarse, que pueden tener trombosis, aneurismas o estenosis, es decir, que en según qué zonas se estrechan más». Problemas como esos «obligarían a ir probando, primero con una aguja más fina, e ir subiendo el calibre». Sin embargo, y gracias a que el ecógrafo permite guiar la punción, estos problemas se solventan. La utilización de este procedimiento es la normal en las primeras ocasiones en las que se pincha al paciente que se somete a un proceso de diálisis.
«Hay casos que se tienen que pinchar siempre con ecografía porque son fístulas complicadas, porque o bien el calibre es pequeño, o bien sufren una complicación con un hematoma y tienes que cambiar el sitio de punción. En esos casos se usa el eco, que es como ver por televisión la fístula, dónde está exactamente y cómo pincharla sin riesgos».
«La punción ecoguiada es un procedimiento que las enfermeras aprenden en la práctica clínica más que en sus estudios universitarios», explica. Dos enfermeras expertas de la Unidad de Diálisis de Juaneda Hospitales, incluida Arsenia González, han efectuado recientemente un curso de punción ecoguiada en el Hospital Parc Taulí (Barcelona). Este curso, que es una más de las frecuentes posibilidades que ofrece Juaneda Hospitales a sus profesionales de enfermería para que sigan avanzando en su formación y en la búsqueda de la excelencia, ha acreditado de forma oficial un conocimiento que tanto Arsenia como otras compañeras habían recogido durante años de práctica diaria.
«La utilización del ecógrafo para auxiliar acciones como la punción es hoy una técnica en alza porque permite mucha exactitud y porque la generación de la imagen no es dañina», explica Arsenia, y añade que «es importante estar formado, porque has de saber lo que ves, si es una vena o una arteria, distinguirlas por cómo se contraen o no al pincharlas».
Otro procedimiento que se ha instaurado en la Unidad de Hemodiálisis de Juaneda Hospitales desde que las enfermeras han alcanzado competencias avanzadas con el ecógrafo es «que cuando las fístulas son nuevas, antes de pincharlas se va haciendo una revisión periódica cada 15 o 29 días para comprobar que se están desarrollando bien». «Las fístulas tienen que tener un calibre adecuado para que la aguja pueda pinchar bien, que no estén demasiado profundas para que la aguja acceda y que la sangre tenga un flujo suficiente para que se pueda conectar a la máquina y ésta pueda dializar correctamente», explica la enfermera, sobre pacientes que llevan el catéter a la espera de usar la fístula.
Lo normal es pues que cuando a un paciente se le indica de un día para otro que necesita diálisis, se le coloque primero un catéter para comenzar lo antes posible y se le instaure quirúrgicamente la fístula, a la que se tendrá en observación con el ecógrafo hasta que ya haya madurado. Entonces se puede retirar el catéter y hacer los accesos por la fístula.
«Otro caso es el de aquellos que están en consulta especializada para pacientes con enfermedad renal crónica avanzada (ERCA) para los que se prevé que el riñón se está deteriorando y a los que ya se les hace la fístula para cuando sea necesario, de modo que cuando entran en diálisis ya no sea preciso el catéter», concluye Arsenia González.