«El azúcar es una constante en todos los alimentos envasados. En teoría hay una regulación del etiquetado del año 2011 sobre los porcentajes de azúcar en este tipo de elementos pero el gran problema es que aún cuando las etiquetas informan de la presencia de azúcar en general no especifican de qué tipo de azúcar estamos hablando», explica la dietista.
Pilar García recuerda que los alimentos ‘sin azúcares añadidos’ son en teoría aquellos en los que el azúcar está presente de forma natural como la fruta, la verdura, la leche o los cereales. En cambio los alimentos con azúcares añadidos, lo incorporan bien como conservante o bien para dar sabor. Para saber la cantidad de azúcar presente en los alimentos etiquetados recomienda mirar qué lugar ocupa en el listado. «Si es uno de los primeros ingredientes que aparecen estamos ante un alimento con azúcar añadido», dice.
Reflexiona sobre la necesidad de aprender a leer el etiquetado y recomienda no tomar elementos procesados para evitar la ingesta de azúcares no deseados. «La Organización Mundial de la Salud recomienda que el azúcar sea solo un 10 % en nuestra dieta y sabemos que estamos comiendo el triple de esta cantidad», dice la nutricionista. «Encontramos azúcares en la leche, también en la llamada ‘leche vegetal’, en los cereales, en las galletas, en los embutidos como el jamón dulce… Falta información para el consumidor. No sabemos leer etiquetas y el azúcar es el veneno del siglo XXI», sentencia.
La experta es partidaria de evitar en la medida de lo posible los alimentos procesados pero sin entrar en «radicalismos». «Un diabético tiene que hacer una dieta equilibrada y sana. No tiene que decir no a todo. Tiene derecho a comer y disfrutar. En Navidad por ejemplo si le gusta mucho el turrón es mejor comprar un turrón de calidad en un horno que comprar un turrón etiquetado como ‘sin azúcar’ en un supermercado», explica.
Los azúcares aparecen en las etiquetas con otros nombres como sacarosa, maltosa, fructosa, jarabe, xilitol… «Si mantenemos una alimentación lo más natural posible, del árbol a la mesa y además variada, en principio no tiene que haber problemas, la cosa se complica cuando entran los procesados», dice García. Así, la dietista explica que es mejor tomar arroz que harina de trigo porque del arroz consumimos el grano y en cambio la harina ya es un producto procesado.
Pilar García afirma que no cree en las dietas generales, lo mejor es adecuar la dieta a las necesidades de cada persona. Hay que ver las calorías que necesita cada paciente y cómo distribuirlas a lo largo del día. La dieta saludable combinada con el ejercicio es muy importante, no solo para las personas diabéticas.
Habla también de que existe cierta controversia sobre las tablas de calorías de los grupos de alimentos. «No todas las tablas siguen el mismo formato y falta vigilancia en materia de seguridad alimentaria». Recuerda que en el negocio de la alimentación las modas provocan cambios a peor en muchos casos. «Ahora se ha puesto muy de moda la avena y realmente es buena si es natural, pero cada vez es más difícil encontrarla sin procesar», dice.