Este sistema, desconocido para la mayoría, se utiliza ya de forma generalizada en medicina (lo usan más de 50 medicamentos en el mercado), ya que «permite la obtención y manipulación de objetos de tamaño nanométrico, miles de veces más pequeño que una célula», explica la experta. Su importancia reside en que son partículas minúsculas que «albergan moléculas de fármaco o vacuna y las protegen y transportan, de forma dirigida a la célula diana», añade.
Y en la práctica, ¿en qué se puede traducir? «Un ejemplo son las vacunas que nos han permitido combatir la COVID», explica Alonso. «En este caso el RNA mensajero es una molécula muy vulnerable a la degradación y hay que protegerla. Debe entrar en el interior de las células pero no puede, así que se incluye en nanopartículas que lo salvaguardan y transportan hasta ahí donde crearán el antígeno. Es el mayor impacto que ha tenido la nanotecnología en la actualidad».
Esta experta (su nombre figura entre los diez primeros del ránking mundial de farmacología y toxicología), explica que las nanopartículas son sintéticas y tienen una composición muy sencilla, «lo difícil es llegar a la fórmula adecuada».
Y pese a ser material sintético su uso no tiene ningún peligro, advierte María José Alonso, «es mucho menos tóxico que lo natural porque hay que purificarlo mucho», añade. Además, «en el mundo del medicamento podemos estar tranquilos gracias a que tenemos agencias reguladoras muy potentes», añade la especialista.