Profesor de Investigación en y profesional del Servicio de Microbiología del Hospital Ramón y Cajal de Madrid, Fernando Baquero (1941, Madrid) hablará de la resistencia a los anbtibióticos, mañana en Can Campaner, invitado por la Reial Acadèmia de Medicina de Balears (RAMIB).
En el año 2000 ya advertía de que el mal uso de los antibióticos extendía por el mundo bacterias letales e intratables, ¿ha cambiado algo?
—¡De mucho antes! Trabajo en la resistencia de las bacterias desde 1968. Ha cambiado porque sabemos más. Los riesgo que se perciben son proporcionales a los conocimientos que se tiene sobre ellos.
¿Y aquello de que en 2050 las superbacterias matarán a más personas que el cáncer?
—Por eso esos titulares son excesivos. El problema de la resistencia se empezó a detectar en los hospitales porque la gente se infectaba sobre todo allí. Pero son personas con déficit orgánico, están enfermos o muy enfermos, o inmunodeprimidos, o son muy mayores. Influye eso y el hecho de que en los hospitales hay más antibióticos que en el resto de espacios naturales. Al avanzar en conocimiento hemos visto que es un problema que va más allá de los hospitales y que afecta a la comunidad humana en general. Las personas sanas tenemos bacterias resistentes, están en los animales y en el suelo, en el agua, en la Antártida también las hay... Es un problema ecológico, universal y por eso se enmarca en el terreno del One Health, de una sola salud.
Si la humanidad se extinguiera, las bacterias seguirían.
—Fueron los primeros seres vivos hace 4.000 millones de años ¡imagínate si tienen experiencia! Pueden sobrevivir a todo por una razón interesante, que son un número infinito. Es una frase que suelo usar: la inteligencia no va de calidad sino de cantidad, si se es mucho, se es inteligente. Como hay tanta bacterias, algunas se adaptan aunque el resto muera.
Con este panorama quizá la próxima pandemia sea por una bacteria y no por un virus.
—Está todo relacionado. El planeta es un solo organismo compuesto por virus, bacterias, animales y humanos. El sistema biológico del planeta está súper integrado y si alteras uno, alteras al resto.
Hace tiempo que los veterinarios hablan de One Health.
—Ellos fueron los primeros. Se sabe que la salud animal y la humana están integradas aunque nos ha llevado a discusiones… En los años 70 participamos en el Comité para la Nutrición Animal y por entonces usaban antibióticos para hacer engordar a animales. Al estudiarlo dijimos que deberían prohibirlos como aditivos en los piensos y las empresas farmacéuticas nos llevaron al tribunal de Luxemburgo diciendo que no teníamos suficiente información. El juez, que era danés, se puso de nuestra parte.
En España se ha reducido el uso de antibióticos, ¿es la solución?
—Se ha hecho una labor importante desde que empezaron a restringirse en los años 2000, a la que parcialmente he contribuido. Antes a un niño que tenía fiebre le daban ampicilina pero esto es antiquísimo. Los antibióticos matan a las bacterias sensibles pero sobreviven las resistentes, que se multiplican y se diseminan. Hay selección darwiniana porque sobreviven las resistentes y aumentan el número porque las otras han dejado hueco. Y son capaces de diseminarse de personas a personas, a animales y sobre todo al medio ambiente, a través de aguas residuales, residuos de granjas… Muchas se pegan a las microbiopartículas de arcillas o tierra, que están en todas partes y se pueden expandir.
Da un poco miedo.
—Pero la gran mayoría no generan enfermedades. Casi todos los genes de resistencias que están en las bacerias jamás podrán invadir hombres o animales. Estos genes le sirven para su propia supervivencia en el medio ambiente y uno de sus efectos secundarios sería la resistencia a los antibióticos, por eso las llamamos así. Pero no da miedo porque la naturaleza se autorregula.
¿Vale la pena luchar contra las nuevas resistencias con nuevos antibióticos?
—Existe la posibilidad pero requiere de una nueva forma de pensar porque los procedimientos clásicos, los de los últimos años, ya no son suficientes. Los antibióticos son como las frutos que están en la parte de abajo de un árbol, es algo fácil, que ya se ha descubierto. nada dice que, con algo más de esfuerzo, se pueda conseguir más. Hay una cantidad enorme de sustancias antimicrobioanas que se pueden trabajar, una de ellas: la vacuna.