Dra. Patricia Carabajal. | Pere Bota

La Dra. Patricia Carabajal, especializada en Ginecología y Obstetricia por la UNC (Universidad Nacional de Córdoba, Argentina), y licenciada en medicina en España, realizó un cambio significativo en su carrera al enfocarse en medicina estética, con particular interés en la medicina estética genital. Tras completar su máster, describe esta transición como «todo un mundo que me ha fascinado». En la actualidad, co-dirige la Clínica Oliva en Santa Catalina, Palma, junto al doctor Gabriel Mateo.

—¿Cómo ha evolucionado la medicina estética?
—Ha evolucionado muchísimo. Tanto en productos como en procedimientos.

—La sociedad de culto a la imagen en la que vivimos ¿ha contribuido a que el sector crezca?
—Sí, de manera significativa. Antes la medicina estética era un tabú y solo se lo podía permitir cierta parte de la sociedad. Con el tiempo, esto ha ido cambiando y ahora puede acceder mucha más gente. Los tratamientos ahora pueden ser financiados, lo que los hace más accesibles para una mayor cantidad de personas. Además, con la proliferación de las redes sociales, se observa que los jóvenes comparten abiertamente sus experiencias con tratamientos estéticos, mientras que las generaciones mayores parecen mantenerlos en secreto. La falta de información o desconocimiento a veces asusta y confunde a los pacientes, por eso siempre insisto en una estética responsable y que se informen por profesionales cualificados.

—¿Qué puede contar de los avances tecnológicos en medicina estética?
—Evidentemente hay diferentes gamas. Toda la tecnología y aparatología con la que contamos en Clínica Oliva, tienen marcaje CE y aprobados por sanidad y, por tanto, hay que diferenciar entre el tratamiento que uno se puede hacer en una esteticién o en una clínica de medicina estética; los equipos de trabajo son muy diferentes. Es normal que en ciertos lugares los tratamientos sean más baratos que en una clínica de medicina estética.

—¿Cómo aborda el tema ante las noticias negativas que han circulado recientemente del sector?
—Mi enfoque siempre ha sido el mismo: insto a mis pacientes en buscar lugares seguros y con profesionales debidamente formados para cualquier tratamiento que se realicen. Las complicaciones pueden surgir en cualquier momento, pero la clave está en saber cómo resolverlas. El verdadero desafío surge cuando no se cuenta con la habilidad necesaria para hacer frente a estas situaciones; algo que alimenta el problema del intrusismo en el ámbito de la medicina estética.

—En su especialidad, ¿cuáles son los tratamientos más demandados?
—Neuromoduladores, que es la toxina botulínica, es el tratamiento más demandado a día de hoy.

—¿A qué edad se suele iniciar?
—Muy jóvenes. A partir de los 20 años vienen buscando un aumento de labios.

—¿La medicina estética es adictiva?
—Sí. La línea de la medicina estética es muy fina por eso siempre trato de ‘educar’. Cuando viene un paciente que nunca se ha hecho nada siempre le digo que lo haga con cabeza. Hay que tener mucho cuidado y realizarse los tratamientos cuando toca y en los tiempos que toca.

—A la hora realizarse un tratamiento, ¿qué se debe saber?
—Todo. Al paciente se le tiene que explicar absolutamente todo. Hay que darle toda la información, desde una posible complicación a los posibles efectos secundarios como pueden ser los hematomas, inflamaciones, etc.

—¿La medicina estética también es salud?
—Sí, claro. Es rejuvenecimiento. Al final no es me pincho ácido hialurónico y me veo bien, sino es un conjunto de varias cosas. Es asombroso la cantidad de pacientes que buscan ayuda en medicina estética. Cuando veo cómo puedo ayudar a mejorar la calidad de vida de alguien que llega con tristeza por algún complejo, es realmente gratificante. Mejora la seguridad y la autoestima. En mi caso, esto es lo que me convenció para especializarme en esta área.