El tratamiento del cáncer de mama es uno de los que mayor desarrollo ha experimentado ¿qué tipo de terapias hay?
—Hay varios: seguimos con la quimioterapia que cuenta con grandes avances en su optimización, como son los famosos caballos de Troya. Esto es dar quimio con unos anticuerpos pegados a una célula tumoral. Se internalizan y sueltan la bomba, es un método inteligente que da resultados que nunca se habían visto. También hay hormonoterapia que gracias a la biología tumoral se combina con fármacos dirigidas contra las dianas, mejora la calidad y la cantidad de vida. La inmunoterapia va bien sobre todo en el cáncer triple negativo y, cuando se combina con quimio, somos capaces de curar más o de que vivan mejor. También hay grandes avances en la desescalada de tratamientos, podemos curar al mismo número de pacientes con menos terapias.
El cáncer de mama metastásico no se cura y la supervivencia media oscila entre los cuatro y cinco años, ¿existe esperanza?
—Es una enfermedad tremendamente heterogénea, hay pacientes con pronóstico de vida limitado y otras en las que vemos como se cronifica la enfermedad, es muy variable.
¿Cuántos de estos tratamientos se realizan ya en los hospitales públicos?
—Todas las modalidades se usan en España. El problema es el tiempo de demora que pasa entre la aprobación de un tratamiento en Europa y su uso en el sistema nacional de salud porque afecta a muchas pacientes. Están aprobados en países de nuestro entorno pero aquí todavía no.
¿Qué papel juega la IA en este escenario?
—Juega un papel muy importante sobre todo en el diagnóstico precoz, no obstante todavía está alejada de las oportunidades que aportará, por ejemplo, ya se puede meter la información de un paciente y te da el tratamiento a seguir, todavía no es exacto pero ayudará a optimizar.
A pesar de todo, sigue habiendo un 20 % de mortalidad.
—Estamos en un 18 %, pero hace unos 15-20 años era entre el 25 y el 30 %. No es tan fácil como tomar un antibiótico y que se cure.
Sigue incrementándose la incidencia, ¿qué factores podrían favorecerlo?
—Es tremendo. Sube de forma dramática en todo el mundo, en todos los cáncer. Se intuye que es porque aumentan los factores de riesgo: la gente vive más, comemos peor, hay más contaminación ambiental, se hace menos ejercicio, luego esta el tabaco, el alcohol, la radiación...
Los cribados preventivos se realizan de los 50 a los 69 años, debería revisarse la edad?
—Yo creo que sí, en Holanda empieza a los 40. Hoy, además, la esperanza de vida es de más de 80 años. Hay pros y contras pero habría que barajarlo.
Hablará de la deshumanización, ¿por qué?
—Tenemos una sociedad muy tecnológica. La gente ya no se levanta al ver a un abuelo, tiramos las pipas al suelo, miramos el móvil sin dar los buenos días. Hay menos respeto y la medicina es un reflejo de la sociedad, tratamos peor al enfermo.