El Dr. Cristian Sánchez Barros, responsable de la Unidad del Sueño de Juaneda Hospitales, en el Hospital Juaneda Miramar, advierte de los problemas para el sueño de los cambios de horario, especialmente en verano, de cómo el calor perjudica a algunos pacientes y ofrece las claves para dormir en una habitación adecuadamente climatizada en estos meses de calor
—¿Influye el verano en las personas con problemas de sueño?
—Así es. A medida que se acerca el verano el calor suele influir en la calidad del sueño. Hay múltiples despertares. Inclusive, pacientes que están tratados de algún trastorno, como es la apnea del sueño y que llevan tratamiento con la máquina CPAP, suelen dormir peor en verano y no adaptarse bien al dispositivo. La adaptación es lenta y a aquellos que ya están adaptados el cumplimiento se les hace un poco más difícil a causa del calor. La calidad del sueño puede verse alterada por un insomnio que puede derivar del exceso de calor que hay en verano.
—¿Puede ser el verano el momento de descubrir que tenemos un problema de sueño?
—No especialmente. Puede coincidir puntualmente que ese problema de sueño empiece en verano y luego se perpetúe porque haya otros factores adicionales, pero los trastornos del sueño pueden presentarse tanto en verano como en invierno o en cualquier época del año. Puede coincidir que se tenga un problema laboral o familiar que directamente provoque un problema de insomnio. Por ejemplo, los pacientes con el Síndrome de piernas inquietas suelen estar mejor en invierno que en verano. En invierno el frío de la cama no les molesta tanto, pero en verano, con el calor, les suele aumentar la sintomatología. Por otra parte, las pacientes en la menopausia, período en el que aumenta el riesgo de insomnio, suelen tener peor calidad de sueño por los sofocos nocturnos en la época de verano. Son factores que hay que tener en cuenta en cada trastorno.
—¿Y qué hay que hacer en esos casos?
—Individualizar el tratamiento de acuerdo a cada caso. En las pacientes menopáusicas, por ejemplo, intentar dar un tipo de tratamiento que las ayude a mejorar estos sofocos nocturnos, insistir en la terapia cognitivo conductual y valorar si se necesita algún tratamiento médico para el insomnio. La terapia cognitivo conductual puede llegar a permitirnos reducir el tratamiento farmacológico y retirarlo de forma que el paciente pueda dormir fisiológicamente. En el caso del paciente con síndrome de piernas inquietas hay que intentar disminuir el exceso de calor, cuando llega la noche, para evitar que los síntomas empeoren. Lo mismo para el paciente que lleva un dispositivo CPAP para las apnea del sueño, hay que procurar que el ambiente del dormitorio sea el más óptimo para que pueda llevar bien su dispositivo.
—¿Aire acondicionado, ventilador, ventana abierta… qué recomienda para los pacientes con problemas del sueño en las noches más cálidas?
—El ventilador, de frente, puede resecar mucho la garganta y la mucosa de la nariz, lo que puede conllevar a despertares, por eso yo aconsejo que sea un ventilador de techo. Si se pone aire acondicionado, que no haga mucho frío, para que el paciente no llegue a despertarse con la sensación de frío. Hay que intentar utilizarlo a una temperatura de 23 o 24 grados y programarlo para que a cierta hora se apague. Lo ideal es que la temperatura en el dormitorio esté entre los 20 y los 21 grados. En cuanto a las ventanas abiertas, dependiendo de la noche, si es más agradable puede ser una opción, pero si la noche es muy calurosa puede no dar las condiciones óptimas de temperatura. En principio es preferible la opción del ventilador de techo.
—Hay quien toma alcohol para dormir.
—El alcohol es un conciliador rápido, te hace dormirte pronto, pero luego crea un sueño muy superficial. Es un depresor del sistema nervioso central, por lo que es contraproducente para el paciente con apnea del sueño debido a que relaja la musculatura de la garganta, lo que provoca mayor ronquido y tener más apneas durante la noche. El paciente que no tiene trastornos del sueño y ocasionalmente ha bebido alcohol, por lo general duerme mal, tiene muchos despertares por la noche y, además, un despertar precoz (se levanta muy pronto). El alcohol puede activar sintomatología de crisis de migraña, de parasomnias como el sonambulismo, trastorno de conducta durante el sueño REM, etcétera. En conclusión, el alcohol es perjudicial para el sueño y la salud en general.
—¿Los cambios de lo que hacemos en invierno a lo que hacemos en verano, puede ser perjudicial para el sueño?
—Sí. Lo veo en la consulta, hoy en día tenemos tendencia a hacer lo que se llama el jet lag social. Consiste en que tenemos la tendencia a dormir menos entre semana y compensarlo el fin de semana, esto significa dormir menos de 7 horas, provocando una privación crónica de sueño durante la semana, y luego el sábado y el domingo querer dormir más. Esa diferencia de horas entre semana y el fin de semana tiene un efecto negativo que está comprobado científicamente. No debe haber más de dos horas de diferencia entre la hora de acostarte y levantarte el fin de semana respecto al resto de días.
—¿Cómo influyen las nuevas tecnologías a la hora de dormir?
—Influyen sobre todo en los adolescentes, que de forma fisiológica tienen un retraso de fase y tienden a acostarse más tarde. Debemos estar pendientes en nuestros adolescentes porque las nuevas tecnologías pueden generar un Trastorno del Ritmo Circadiano como es el Retraso de fase, esto implica que se duermen muy tarde por el uso de las tecnologías, prolongando cada vez más la hora de irse a dormir y entre semana se han de levantar pronto por las obligaciones al día siguiente, lo que hace que estén privados de sueño.
—¿Hay que ponerse el despertador todos los días, aunque sea de fin de semana?
—Lo ideal sería poderse despertar cada día sin despertador, que tu propio ritmo biológico te despierte por la mañana sin tener la necesidad de usar despertador y con la primera luz natural, aunque eso es difícil con el cambio de horario (cambio de hora) que tenemos en la actualidad. El mejor horario es el de invierno y no habría que cambiarlo en todo el año. Los especialistas en sueño hemos comprobado que ese horario se acomoda mejor a nuestros ritmos biológicos. Con el horario de verano tenemos demasiada luz hasta las 21.00 horas o más, lo que provoca acostarse más tarde y luego tenemos que levantarnos por la mañana a nuestras obligaciones lo que genera una privación crónica de sueño. Por ejemplo, en Suramérica y otros países se mantiene un horario diferente, a las 18:00 horas ya es de noche y a las 06:00 horas ya amanece. Los ritmos son diferentes. Se desayuna sobre las 06:30 o 07:00, se come sobre las 12:00 o 13:00 y se cena sobre las 18:00 o 19:00 horas. Aquí en España, es muy importante que la cena sea no más tarde de las 19:30 horas. Lo ideal sería intentar cambiar nuestros horarios de alimentación. Al cenar muy tarde por la noche e ir privados de sueño se ha comprobado científicamente que hay más riesgo de enfermedades como la obesidad, la diabetes, la hipertensión, la enfermedad cardiovascular, entre otras.