—¿Qué es la inmunoterapia y cómo puede beneficiar a las personas con cáncer?
—Es un tratamiento indicado para algunos tipos de cáncer, completamente distinta a lo clásico y ya conocido, la quimio o la radioterapia. La inmunoterapia incluye una familia de medicamentos cuyo mecanismo de acción propicia que sea el propio sistema inmune del paciente el que ataque al cáncer, del mismo modo como lo haría con una infección por un virus o una bacteria.
—¿Y por qué no se da ese ataque de una forma natural?
—En condiciones normales, los linfocitos atacarían cualquier agente extraño y lo eliminarían del cuerpo. Eso debería suceder con cualquier célula tumoral. Sin embargo, estas células tumorales tienen capacidad de enmascaramiento, de pasar desapercibidas. El sistema inmunitario no las reconoce, las confunde con una célula sana y no toma ninguna medida contra ellas y eso hace que vayan sobreviviendo.
—¿Y la inmunoterapia desenmascara a esas células?
—La inmunoterapia desenmascara a la célula tumoral y propicia que el propio sistema inmunitario la reconozca como lo que es, algo patológico, extraño, que no debería estar ahí, de modo que el propio linfocito la ataca. La inmunoterapia actúa sobre dos proteínas tumorales, la PDL1 y CTLA4, descubiertas por James Allison (EEUU) y Tasuku Honjo (Japón), lo que les valió el Premio Nobel en 2018, que son mecanismos claves que expresa la célula tumoral para pasar desapercibida (también llamados «puntos de control inmunitarios o checkpoints inmunes). Cuando el linfocito encuentra la célula tumoral y se une a una de estas dos proteínas, son capaces de «dormirlo» e impedir que las ataque.
—¿Y cómo funciona?
—Hay fármacos que bloquean la proteína PDL1 y otros la CTLA4. Incluso se pueden hacer una combinación de ambos y bloquear las dos proteínas. Estos fármacos quitan el «botón de apagado» de los linfocitos que tiene la célula tumoral y evitan que se escape de la respuesta inmunitaria. Son fármacos intravenosos que se administran en el hospital de día de los servicios de Oncología de Juaneda Hospitales. En algunos casos pueden sustituir a la quimioterapia y en otros se pueden combinar con ella para mejorar la respuesta tumoral.
—¿Es la inmunoterapia un tratamiento indicado para cualquier tipo de tumor?
—No, no se están obteniendo los mismos resultados en todos los tumores. El resultado es muy bueno en cánceres de pulmón, de riñón, de cérvix o en el melanoma, pero no lo es en el de colon o de próstata, por ejemplo. No sabemos por qué hay algunos pacientes que no responden bien, pero estoy seguro que en los próximos años llegará la solución. Haciendo una correcta selección del paciente se pueden conseguir respuestas muy buenas.
—¿Y ante tumores avanzados?
—Precisamente, se inició el desarrollo de la inmunoterapia para tumores avanzados, es decir, metastásicos y que no pueden ser ya operados, y es ahí donde más se ha desarrollado. En pacientes con una o dos metástasis podemos incluso aspirar a una curación gracias a la inmunoterapia. En los tumores avanzados, con muchas metástasis, que por desgracia son la mayoría de estos casos , conseguir curaciones completas es, a día de hoy, un reto que no vamos a poder lograr casi nunca, pero lo que sí nos ha aportado la inmunoterapia son supervivencias que hasta hace poco eran impensables, como por ejemplo en muchos casos de cáncer de pulmón avanzados.
—¿Hasta qué punto?
—Antes de la llegada de la inmunoterapia el cáncer de pulmón avanzado tenía una expectativa de vida muy pobre, de en torno a 10 o 12 meses. Hoy en día estamos viendo pacientes que han alcanzado supervivencias de 3, 4 o 5 años, algo que hace 10 años era impensable. Y además con buena calidad de vida, con toxicidades muy bajas.
—Medicina personalizada, hoy más que nunca…
—Así es, ante el cáncer es importante hacer en cada caso una medicina personalizada, algo que en oncología está a la orden del día. Entre quimioterapia, tratamientos biológicos, anticuerpos monoclonales, inmunoterapias, etcétera, tenemos un gran abanico. Cuando estás ante un paciente no eliges al azar, sino que hay una serie de herramientas, como los estudios moleculares y genéticos de las biopsias, que nos permiten detectar mutaciones y proteínas específicas del tumor, todo lo cual nos está diciendo cuál es el punto débil de ese cáncer en ese paciente en concreto. En algunos tipos de cáncer si encontramos, por ejemplo, una alta expresión de PDL1 sabemos que la inmunoterapia le va a ir muy bien, pero si esa expresión es baja habrá que buscar otra herramienta. Y lo mismo con otro tipo de mutaciones. En cánceres como el de pulmón hemos conseguido alargar la supervivencia en parte gracias a la inmunoterapia, pero sobre todo gracias a la personalización que hacemos a día de hoy.