El Dr. Jesús Andrés Álvarez Fernández, jefe médico de la Unidad de Cuidados Intensivos (UCI) del Hospital Juaneda Miramar.
El Dr. Jesús Andrés Álvarez Fernández, jefe médico de la Unidad de Cuidados Intensivos (UCI) del Hospital Juaneda Miramar, aplica desde su llegada, tras una larga carrera en distintos centros neurálgicos de la medicina intensiva, la filosofía de una humanización diaria y completa al paciente y su familia:
«Desde que llegué a la UCI del Hospital Juaneda Miramar, en julio de 2021, y con el apoyo de la entonces nueva supervisora, transmití al equipo médico y de enfermería de la Unidad que aquí había que practicar la humanización todos los días y a todas horas».
«Y esta humanización —añade— hay que llevarla a cabo con el paciente y su entorno. Es desde la segunda década de este siglo cuando surge en muchos hospitales a la vez, aunque especialmente en los de Madrid, el movimiento llamado 'HUCI', con h de humanización».
La humanización como base de la atención: «En el Plan Director de la UCI del hospital utilicé la figura del Castillo de Bellver, cada una de cuyas torres era uno de los proyectos estratégicos, pero en la imagen, el suelo sobre el que se sustentaba todo era la humanización».
Y es que, «si alguien se pasa unas horas con nosotros en la UCI ve cómo es el trato cotidiano a los pacientes, tan humano que hace que, luego, el retorno de información, de grado de satisfacción, esté siendo espectacular. No hay un día sin que llegue un agradecimiento».
La humanización en esta UCI llega a lo entrañable: «A los pacientes que pasan un largo periodo en la UCI les pedimos que vengan a despedirse al tener el alta. Cuando vienen, hay una alegría tan grande, que nos hacemos una foto de familia (que pronto expondremos)».
Para lograr esa humanización «cuidamos mucho los 8 puntos de las líneas estratégicas de HUCI. Estas estrategias impregnan todas nuestras acciones. Todos los que trabajan con nosotros pueden verlas cada día en el tablón de anuncios y saben que han de cuidarlas».
Las ocho líneas estratégicas son «UCI de puertas abiertas, comunicación, bienestar del paciente, presencia y participación de los familiares, cuidados al personal, prevención, manejo y seguimiento del síndrome post-UCI, infraestructura y cuidados al final de la vida».
«La UCI tiene que tener las puertas abiertas —destaca el Dr. Álvarez—. Muchas son cerradas, casi herméticas. La nuestra está abierta, y no solo a los pacientes y familiares, también a profesionales de otras especialidades. No hay que poner trabas a la información».
Para ello «intentamos atender todas las peticiones de información de los familiares, que no se rompa el canal de comunicación, tampoco con nuestros profesionales. Hemos de tener, por ejemplo, un vínculo estrecho con el cirujano que ha atendido al paciente».
«Nadie viene al Hospital Juaneda Miramar preguntando por la UCI, sino que acude a que un especialista le trate un problema de salud. Y puede que en el proceso tenga que pasar por la UCI». Por eso «nosotros debemos ser los «socios» de ese especialista».
Para una UCI abierta «hemos pasado de una hora diaria de visita (durante el COVID) a tres. Nos hemos adaptado, por ejemplo, a los horarios de comidas y cenas de los turistas alojados en hoteles, para lo que contamos con la excelente colaboración de nuestros intérpretes».
Y siempre teniendo en cuenta que cada caso es diferente: «Hay pacientes a los que no hay que poner un horario de visita. Eso es la 'UCI extendida'. La familia está con ellos todo el día. La esposa llama a la UCI, dice su nombre (conocemos los nombres de pacientes y allegados) y se le abre a cualquier hora».
Siguiendo con la estrategia de HUCI en comunicación, «le transmitimos al paciente y a sus familiares que el problema es la enfermedad y que nosotros somos un equipo en el que ellos están incluidos, para vencerla, colaborando profesionales, paciente y familia. Cuando una familia tiene dudas de la información que les están dando nuestros médicos, se les pasa a la zona de trabajo, se enciende un ordenador, se le enseñan las imágenes y los datos que sean necesarios y se les hacen esquemas para que entiendan el problema».
Para el bienestar del paciente «hemos cambiado las camas, los sillones, hemos dado una nueva mano de pintura y hemos dispuesto una nueva decoración, todo ello para hacer la UCI más amigable. La luz entra por todas partes. La mitad de las camas dan al mar y la otra a la montaña y cambiamos a los pacientes de un lado al otro cuando tienen estancias prolongadas».
Para el bienestar del paciente «intentamos que estén sentados el mayor tiempo posible. Les proporcionamos una movilización precoz. Y todo eso no es sólo con el fin de sacarlos cuanto antes de la UCI, sino de que el tiempo que estén su bienestar sea máximo».
La UCI da valor a los cuidados al personal: «Me importa mucho cómo se sienten mis compañeros, también como grupo. Por ejemplo, vamos al fútbol, una vez al mes, al Palco de Juaneda Hospitales en el estadio del RCD Mallorca. Nos tenemos que sentir parte de un equipo grande».
Se han introducido otras mejoras en la atención al paciente ingresado: «Desde hace ya un tiempo todos los servicios del fisioterapeuta, que durante la estancia en UCI, sobre todo las más largas, es vital, corre por lo general a cuenta del hospital, sin coste añadido».
En la humanización de la infraestructura «hemos trabajado en aspectos puntuales, como el pintado de la unidad, la renovación de los enchufes y de las luces, el cambio a monitores y respiradores con una posición nocturna, todo ello para facilitar el descanso».
En esta misma línea, otro ejemplo: «Hemos adquirido un monitor y un desfibrilador de transporte unificados. Antes estos aparatos estaban separados, lo cual era un problema cuando había que movilizar al paciente y llevarse esos dos elementos con él».
El octavo punto de la HUCI «fue el primero que aplicamos: los cuidados al final de la vida, porque la UCI no es solo un sitio para sacar adelante a los pacientes. Hay que ofrecer una muerte digna y acompañada a un paciente al que ya no le podemos ofrecer nada más».
«Estos cuidados, que hoy en día parecen muy extendidos, no se producían cuando surge el movimiento HUCI. En los últimos años, en la UCI del Hospital Juaneda Miramar, ningún paciente terminal fallece sin la compañía de sus seres queridos», destaca el Dr. Álvarez.
Y añade: «En pacientes en estados terminales se propone a la familia la limitación del esfuerzo terapéutico, también llamada limitación de tratamientos de soporte vital. Esto elimina límites para acceder a la UCI como el cáncer, la edad o determinadas enfermedades crónicas».
De este modo, «en algunos pacientes, se evita un entubamiento, que puede llegar a ser un calvario para los casos con mayor estado de fragilidad, y no suponer una mejora real. Tenemos otras posibilidades terapéuticas y es eso lo que hablamos y ofrecemos a sus familiares.
»Siempre revisamos y discutimos con la familia si ante una parada hay que intentar resucitar o no; si ante una insuficiencia respiratoria se le va a intubar; si hay un fracaso cardíaco se le van a poner fármacos estimulantes; si le falla el riñón, si se le va a poner hemodiálisis».
La UCI del Hospital Juaneda Miramar incide en uno de los valores de este grupo: «La medicina no ha de ser prêt-à-porter, sino a la medida de cada paciente, algo que en las UCI, no queda más remedio: sabemos desde hace tiempo que hay que personalizar los cuidados».
«Atender es ser atento, estar atento y atender cuando lo necesita el paciente. Algo malo pasa si tiene que llamar dos veces al timbre. Lo mejor sería que no tuviera que llamar ni una sola, porque el profesional está ahí, por delante de la situación», concluye el Dr. Álvarez.